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Friedrich Nietzsche

Expresión creada y utilizada por Nietzsche (der Wille zur Macht) en su lucha contra toda trascendencia. El mundo no es obra de un Dios y la existencia no está en función de un fin trascendente, sino que es expresión de una voluntad de poder entendida por Nietzsche como una expresión-simulacro o metafórica. Esta voluntad, que sigue llamando así por referencia a la teoría que expuso Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación, se opone, no obstante, a la mera voluntad de vivir schopenhaueriana (ver texto ), ya que Nietzsche la considera como expresión de una forma de resentimiento contra la vida que se expresa como pesimismo que conduce al ascetismo. Tampoco se identifica con el impulso evolutivo defendido por H. Spencer (que tanto influyó en la noción de élan vital de Bergson), sino que para Nietzsche la voluntad de poder es el mismo hecho vital. Con ello no reduce el ser a lo meramente biológico, no es biologista, sino que más bien considera la vida misma como manifestación de esta voluntad de poder. Pero esta fuerza es afirmativa, es la afirmación pura que siempre aspira a más. La voluntad de poder es también expresión de la consumación y superación del nihilismo, que es fruto de una degradación que culmina en la afirmación de lo estático y que proclama lo verdadero como una auténtica inversión. Es el pensamiento socrático, platónico y judeo-cristiano que declaran la idea como lo verdadero y lo vital e inmanente como simulacro. La voluntad de poder, en sentido afirmativo, es fuerza impulsora que es puramente inmanente y, en este sentido, es la esencia misma del ser, que, como principio afirmador, está situado más allá del bien y del mal (ver texto 1 y texto 2 ).

Voluntad de poder no significa que la voluntad quiera el poder, ni es una noción antropomórfica, sino que es el poder lo que quiere en la voluntad. Nietzsche llama voluntad de poder al elemento genealógico de la fuerza, y esta voluntad de poder no es ni un ser ni un devenir, es un pathos. Así como el eterno retorno es el ser afirmándose en el devenir, la voluntad de poder es lo uno que se afirma en lo múltiple. Como señala Gilles Deleuze, «no debemos dejarnos engañar por la expresión: lo que quiere la voluntad. Lo que quiere una voluntad no es un objeto, un objetivo, un fin. Los fines y los objetos, incluso los motivos, siguen siendo síntomas. Lo que quiere una voluntad, de acuerdo con su cualidad, es afirmar su diferencia o negar lo que difiere» (ver referencia). La voluntad de poder es el impulso que conduce a hallar la forma superior de todo lo que existe y afirmar el eterno retorno, que separa las formas superiores, afirmativas, de las formas inferiores o reactivas (ver texto ). Por tanto, no debe verse en esta expresión ninguna clase de connotación política. Por otra parte, Nietzsche utiliza también esta noción en su crítica al cientifismo y al positivismo. Las ciencias quieren reducir las fuerzas a cantidades, frente a lo que él reclama la necesidad de los aspectos cualitativos, porque el uso que la ciencia hace de la cantidad está en función de la igualación: el peso homogeneinizador de la identidad que es el mismo que el del pensamiento metafísico religioso. Por ello, afirma Nietzsche que «lo que caracteriza al siglo XIX no es la victoria de la ciencia, sino la victoria de los métodos científicos sobre la ciencia». La voluntad de poder, irreductible a cantidad, expresa la inexistencia de un equilibrio igualador concebido como Dios.



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