(del latín transcendere, pasar por encima, sobrepasar, o ir de un extremo al otro)
En sentido amplio, importancia, pero en el vocabulario filosófico, característica, opuesta a la inmanencia, de lo que es trascendente. Normalmente la trascendencia remite a la condición de lo que se halla más allá de la experiencia. Tiene también el sentido, sobre todo en la fenomenología, de la acción con que el sujeto se orienta hacia lo exterior.
Desde un punto de vista teológico, la trascendencia divina nos prohíbe confundir el ser de Dios con el del mundo, como lo hace el panteísmo en sus diversas formas, o, por vía de consecuencia, situar la acción divina en un mismo plano que la acción de las criaturas. Pero en la concepción tradicional judía y cristiana, la trascendencia no excluye la realidad de una inmanencia, es decir, de una presencia y de una acción de Dios en su obra. Por el contrario, la verdadera concepción de la trascendencia divina es la que hace posible tal inmanencia sin que ésta derive en modo alguno hacia una confusión entre Dios y el mundo o el espíritu creado.
Bibliografía sobre el concepto
- Jaspers, K., Filosofía (2 vols.). Revista de Occidente, Madrid, 1958.