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(del latín signum, marca, enseña)

En general, cualquier entidad sensible que permite reconocer un hecho que no se percibe. La parte del signo que puede hacerse sensible es el representante, y la parte ausente, el representado. La noción de signo es, no obstante, compleja, (ver texto 1 y texto 2 ) ya que abarca términos como símbolo, señal, síntoma, indicio, representación, imagen, etc., que comparten como característica común el hecho de que, para quien los percibe e identifica, evocan la imagen de otra cosa. Para algunos el signo debe ser convencional y destinado a la comunicación, con lo cual perderían el carácter sígnico el humo que produce el fuego u otros fenómenos naturales, que para otros son signos de comunicación. La definición más sencilla la ofrece F. de Saussure, que presenta el signo como la asociación de un significante y un significado, y denomina «significante» al representante y «significado» al representado. A la concepción diádica de Saussure, se opone la concepción triádica de Peirce, con «representamen», «objeto» e «interpretante» como elementos. El signo es, pues, para Peirce un representamen que envía a un objeto por la mediación de un interpretante. Esta formulación presenta el signo como un proceso, la «semiosis», que implica la cooperación de tres elementos y, a la vez, contempla la existencia del referente, que no aparecía en la concepción saussureana.

Peirce distingue entre signos iconos, signos índices y signos símbolos, distinción que se ha generalizado en el ámbito de la semiótica y que está fundamentada en la relación que se establece entre el signo y el objeto. Si la relación es de tipo material, coincidencia en la categoría de la cualidad (categoría primera), el signo es icono: una fotografía, una estatua; si la relación es de contigüidad (categoría segunda, de objeto), el signo es un índice: una huella, el humo; si la relación es convencional (categoría tercera, de la ley), el signo es un símbolo: la palabra «signo». Hay que tener en cuenta que no existen los iconos, índices y símbolos en estado puro, sino que los signos contienen caracteres icónicos, indicativos o simbólicos, y en cada caso se actualiza uno de ellos más que otro.

En lingüística, Saussure definió el signo como la relación existente entre una imagen acústica, el significante, que no es el sonido material sino su huella psíquica, y un concepto: el significado. El signo así definido posee dos características principales: su carácter arbitrario y su carácter lineal. Entiende Saussure la arbitrariedad como inmotivación, es decir, entre el significante y el significado no existe ningún vínculo natural (ver texto ). En cuanto a la linealidad, extensión mensurable en una sola dirección, permite diferenciar el significante lingüístico de otros significantes que se presentan en varias dimensiones.