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Foto cedida por el autor

Nacimiento:1959en Seúl

Pensador de origen coreano que escribe en alemán conocido por acuñar los conceptos de "sociedad del cansancio" y "sociedad de la transparencia". Con ellos critica tanto la absolutización de la vida activa y auto-explotación enfermiza de la sociedad capitalista occidental, como el exceso de exposición pública y despersonalización de todas las áreas de la vida íntima. La combinación de ambas "sociedades" impiden la contemplación y el asombro ante lo otro, ingredientes necesarios para una vivencia auténtica de la realidad y la existencia. Influenciado por M. Heidegger, P. Sloterdijk, G. Agamben, E. Levinas o M. Foucault, trata siempre de deconstruir los poderes internos y externos que oprimen y lastran al sujeto posmoderno, y desarrollar una mirada crítica sobre la nueva política y las nuevas formas de socializar.

Miquel Seguró (Encyclopaedia Herder)

Byung-Chul Han es un pensador de origen coreano (Seúl, 1959) que escribe en alemán y desarrolla (desde 2012) su labor docente en la Universität der Künste, en Berlin.

A pesar de ser considerado una de las figuras más sobresalientes de la filosofía alemana y Occidental, en consonancia con su filosofía es poco dado a publicitar datos de su vida personal. En una de las escasas entrevistas que ha concedido a medio españoles (la que mantuvo en 2014 con El País en el conocido Café Liebling de la capital alemana) reconoció que al poco de llegar a Alemania, con 22 años, su intención era la de profundizar literatura y no filosofía. Con ello aspiraba a encontrar el elemento existencial y espritual que echaba de menos en los estudios técnicos. En principio llegaba a Alemania para continuar sus estudios en Metalurgia en la Technische U. Clausthal-Zellerfeld, aunque pronto viró de idea. Después de estudiar germanística y teología católica en Friburgo de Brisgovia y Múnich optó por profundizar en la filosofía alemana del siglo XX (también por considerar que este estudio no exigía un nivel de alemán tan alto como los de literatura alemana, según añade en la misma entrevista).

Fruto de estos estudios obtuvo en 1994 su doctorado en filosofía en la Alberts-Ludwig de Friburgo de Brisgovia. Lo hizo con un estudio sobre Heidegger, posteriormente publicado bajo el título Heideggers Herz. Zum Begriff der Stimmung bei Martin Heidegger (1996). Fue el primer estudiante extranjero que en defender con éxito una tesis en filosofía escrita en alemán en Alemania. En 2000 se habilitó en la Universidad de Basilea, centro en el que trabajó como Privatdozent hasta 2010. Posteriormente (2010-2012) enseñó en la Hochschule für Gestaltung de Karlsruhe filosofía y teoría de la comunicación, donde coincidió con Peter Sloterdijk, ya por entonces rector de la Escuela.

La obra de Han ya supera los quince libros y ha sido traducida a más de diez idiomas. En ellos trata temas tan diferentes como la religión, la estética, la política o la teoría de los mass media, pero en todos sus libros es reconocible en mayor o menor medida la voluntad de deconstruir los poderes internos y externos que oprimen y lastran al sujeto posmoderno.

Entiende Han que el valor del sujeto recae, desde la Modernidad, en su capacidad y su poder para llevar a cabo acciones. Es la capacidad de ser libre el fundamento último de su relación con el mundo. Sin embargo, el proyecto emancipador de la Modernidad se ha extraviado. En la entrevista-documental dirigida y producida por I. Gresser Byung-Chul Han en Seúl y Berlín (estrenada en febrero de 2015 en Barcelona) lo asume sin reservas: el proyecto de la Modernidad ha fracasado, y con ello el sujeto moderno ha colapsado. El origen de semejante desplome se encuentra en la reducción del sentido de la libertad a mera capacidad para la acción, cuya última expresión es la concepción neo-liberal de la inagotable optimización de la acción. La producción infinita de capital se convierte de este modo en el único modo de dar valor a la acción.

El pensamiento de Han se nutre de múltiples influencias, no siempre asumidas de manera positiva. A la presencia siempre notable de la filosofía de Martin Heidegger en lo que se refiere a la temporalidad del Dasein, la crítica a la técnica y la muerte como horizonte último del “sentido” y la pregunta por el ser, hay que añadir las del mencionado P. Sloterdijk, G. Agamben, E. Levinas o las relativas a la “lógica” del poder de M. Foucault. Asimismo, es reconocible la permanente inserción de elemento budistas y de filosofía zen en sus escritos.

La sociedad del cansancio

Se trata del primer título aparecido en lengua castellana. Original de 2010, este breve libro constituyó el primer gran éxito de Han. El concepto de “sociedad del cansancio” (Müdigkeitsgesellschaft), que da título a la obra, es el que mejor refleja la situación actual. "La sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria"; es más bien “una sociedad de rendimiento” sentencia (p. 25). El sujeto moderno, que entiende la libertad como capciadad, deja atrás el antiguo imperativo moral del deber y lo sustituye por el imperativo neo-liberal del poder. El sujeto ya no es más un sujeto ético, o de la excelencia virtuosa, sino que se reduce a ser un sujeto productivo, generador de excedentes de beneficio.

La “absolutización de la vida activa, es corresponsable de la histeria y el nerviosismo de la moderna sociedad activa” (p. 51) y explica el exceso de medicación para la autoexplotación sistemática (dopaje). El resultado de esta transición es el paso de la consideración moral de la acción a la presión por ser cada vez más rendible. Pero paradójicamente, esta presión por el rendimiento desemboca en una depresión autoagresiva. El no-poder-más significa para Han el germen de la autodestrucción personal y social, y es el final “lógico” de la reducción de la libertad al rendimiento. Esto explica el empobrecimiento de la actividad cultural del hombre. La exigencia de una hiperactividad autista no permite la contemplación y el asombro ante lo “otro”, elementos necesarios para Han de una vivencia auténtica de la realidad y la vida.

La sociedad de la transparencia

En estrecha relación temática y cronológica con La sociedad del cansancio apareció en 2012 en Alemania La sociedad de la transparencia. En esta ocasión Han subraya lo tiránico de este artefacto de la vida que es la sociedad de la transparencia (Transparenzgesellschaft), donde no hay suelo posible para que broten las experiencias genuinas de la existencia. El abismo propio de cada uno de los elementos de la vida -el juego, la seducción o la poesía...- hincan la rodilla ante la opresión de lo impersonal (que homogeneiza las psicologías homologando el narcisismo como el único reducto de la experiencia propia), lo pornográfico (que expone el cuerpo vulgarmente), el control (que hipoteca el intercambio lúdico del teatro) y la revelación excesiva de información (que menoscaba el secreto y la distancia del amor).

Esta obra tiene una importante reminiscencia heideggeriana, deconstructivista y post-ilustrada. La crítica al meta-relato (Lyotard) o la deconstrucción de lo uniforme y la recuperación de lo marginal (Derrida) tienen aquí su eco. Hay incluso una crítica a Platón y su anhelo de transparencia veraz, que destierra al poeta de la ciudad ideal, que congenia con la crítica que hace Adorno hace a la tiranía logizadora de Occidente, ya presente en la literatura homérica.

Si la sociedad de la transparencia tiene por objetivo reducir la complejidad a lo uno, llevándose por delante la vida misma, Han propone lo contrario: dejar paso a la distancia como elemento decisivo para hacer posible una experiencia vital auténtica.

La agonía del Eros

La transparencia, o univocidad, serían el final del Eros”, predice Han en La sociedad de la transparencia (p. 36). En el libro La agonía del eros (2012) opone a la voluntad de reducir todo a lo conocido, a lo transparente, la vivencia del Eros. Este último presupone la asimetría y exterioridad del “otro”. En este caso Han desarrolla la oposición valiéndose de la filosofía de Levinas y la confrontación entre mismidad y alteridad. Todo lo que sea reducción de la relación con el “otro” a las coordenadas del poder de la identidad condena la posibilidad del Eros.

Aquí aparece la crítica a la pornografía. “El porno es la antípoda del Eros” (p. 47), por eso Han se opone a la tesis de la profanazión de G. Agamben. Al sostener Han que esta tesis comporta la imposibilidad de la experiencia erótica y no la transformación de la misma, entiende que el intento de Agamben de rescatar algunos elementos “extraordinarios” como el Eros a través de la profanación de su sacralidad es fallido. En el fondo lo que hacen es vulgarizarlo. El Eros va ligado a la distancia y la diferencia, y eso requiere, entre otras cosas, de la fantasía, que nace de la añoranza. Filosofía es, de facto, amor por aquello que no se tiene del todo y que se aspira a lograr.

Este exceso de pornografía, de exposición indiscriminada y excesiva de sexualidad que banaliza la erótica no es para Han casual. Es fruto de la concepción capitalista de la realidad y consecuencia directa del interés del poder en erradicar cualquier posibilidad de vivencia auténtica, entre ellas, la del Eros. ¿Por qué? Porque el Eros tiene el poder de transfromar la realidad porque se abre al deseo de lo futurible, de la experiencia mejor y más profunda de vida. Es, en última instancia, el único elemento que puede rescatarnos de la amenza de la depresión, para Han la enfermedad por antonomasia del narcisismo ególatra.

En el enjambre

En el enjambre, aparecido en alemán en 2013, explora Han como una de las consecuencias directas de la voluntad de transparentar, publicitar y homogeneizar las vidas individuales es la hiper-digitalización y su uni-informatización. Se obliga así a todos los seres humanos a formar parte de un macro-enjambre virtual en el que ya no existe espacio para la vivencia espiritual. A diferencia del Espíritu hegeliano, que sería un “nosotros”, en el enjambre virtual las individualidades permanecen aisladas. No hay espacio para la solidaridad, para la relación auténtica, porque no hay posibilidad para el asombro ante el otro. En el fondo, dice Han, el individuo es anónimo. La vivencia propia se esconde detrás de rituales y nomenclaturas digitales que alienan y hacen imposible la aproximación auténtica. “El medio digital hace que desaparezca el enfrente real” (p. 42); “el medio digital nos aleja más del otro” (p. 45).

Hay un exceso de información que no aporta más sabiduría. Más bien lo contrario: la atrofia. El exceso de transparencia comporta la intolerancia ante la distancia de lo no-conocido y la imposibilidad de soportar la ignorancia. Todo forma parte de la misma estrategia, pues tiene que ver con la alteridad del yo, de aquello que no controla. Cualquier cosa que atente contra su narcisismo debe ser erricada.

Nuestra sociedad está cansada de tanta información. Está saturada de la acomulación de datos que no aportan más saber. Y aún así cada unos de nosotros necesitamos formar parte del panóptico digital, cayendo en la tentación de su poder e hipotecando así la distancia necesaria para poder llevar a cabo una auténtica comunicación. El inconsciente colectivo deja paso al inconsciente digital, que vigila, bajo la nomenclatura digital, cada uno de nuestros movimientos.

Psicopolítica

En Psicopolítica (2014) Han profundiza en la noción de autoexplotación del sujeto al servicio del ideario neo-liberal. La libertad, entendida como capacidad para la optimización de la acción, se ha convertido en auto-explotación. El sujeto solamente trabaja y no hay espacio para nada más en su vida. Cada uno es esclavo y amo a la vez, y el “el capital representa la nueva trascendencia” (p. 19). Afecta a todas las areas de la vida individual y social.

Dice Han que si hacemos converger en un mismo punto el control digital antes descrito con esta noción de la auto-explotación llegamos a la conclusión de que estamos en era de la psicopolítica. La persona queda reducida a mera objetualidad cuantificable y remitida al Big Data, el repositorio de datos “objetivos” que difuminan la individualidad. La ominipresencia de esa base de datos es lo que propociona poder sobre los perfiles psicológicos de los infividuos a quien la gestiona. Por eso Han sostiene que ya no es posible decir que estamos en la época de la biopolítica (Foucault).

Una de las características de este nuevo “régimen” es su aparente amabilidad. El poder se ejerce de manera que no levanta sospechas de violencia. De esta forma se asegura que cada uno de nosotros seamos nuestro propio panóptico. Hay una conquista de la emoción prereflexiva por parte de quien ejerce ese “poder”, lo que implica en última instancia la renuncia del cuidado de sí para pasar a la explotación en red de la propia intimidad. Es la sutil manera de hacer pervertir a los individuos: haciéndoles creer que pertenecen a una nueva comunidad, ellos mismos ofrecen al poder del Big Data los datos para que pueda ejercer su contro piscopolítico.

Para Han este contexto comporta la muerte del político como tal, que se carateriza por ser un individuo que defiende obstinadamente un punto de vista concreto. El entorno digital promueve y alienta todo lo contrario, el fluir constante opiniones poco fundadas.

El aroma del tiempo

El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse (original de 2009) es el libro de Han más propostivo de los hasta ahora publicados en castellano. Si en las obras anteriores Han lleva a cabo una fenomenología de la sociedad contemporanea que desemboca en un diagnóstico más bien pesimista de la realidad actual, en este escrito explora los caminos para poder revertir la situación.

La clave reside para Han en la concepción de la temporalidad. Nuestro contexto histórico transita por los vectores de la aceletración desbocada, lo que insesibiliza a sus víctimas (nosotros, los “occidentales”) para poder experimentar aunténticamente la vida. El tiempo queda reducido a mera sucesión vacía, a simple discurrir, impidiendo la narración y la mirada contemplativa. Y “la narración da aroma al tiempo” (p. 38).

Asimismo se pierde también la idea del peregrinaje vital, sustituyéndose la noción de itinerario por la vaga idea del “turisteo” vital, que no interactúa realmente con ningún espacio ni ningún tiempo concretos. Es un consumo sin sentido de experiencias.

El aroma tiene su propio ritmo, dice Han. Como el logos heraclitiano, se desarrolla según su propia medida, por es incompatible con el ajetreo forzado y dislocado de nuestras vidas, siempre arrojadas a la necesidad de lo inmediato y lo eficaz. En contraposición recupera Han la estrategia temporal de Heidegger, que devuelve al tiempo su anclaje y su significado. El acontecimiento, la pausa, la apertura a la aletheia de la verdad devienen así los contrapuntos de la aceleración contemporánea y del aburrimiento y hastío que provoca.

Frente a la tiranía del anonimato del tiempo productivo Han reivindica pues la vita contemplativa, que genera otro tiempo, el de la praxis de la duración y la narración. Una temporalidad que, a pesar de lo que pueda parecer, no huye del mundo y su realidad, porque para han la vita contemplativa sin acción está ciega (así como la vita activa sin contemplación está vacía).

Topología de la violencia

La sociedad del siglo XXI ya no es una estructura disciplinaria. Es una sociedad de rendimiento, como en anteriores obras ha procurado mostrar. El sujeto ya no es más un sujeto ético, o de la excelencia virtuosa, sino que se reduce a ser un sujeto productivo, generador de excedentes de beneficio. Cada uno es esclavo y amo al mismo tiempo, y la persona queda reducida a simple objetualidad cuantificable y remitida al Big Data, otra de las categorías sociales del momento.

Todo el mundo quiere participar del gran poder real: la "red" digital, que es el nuevo poder panóptico que todo lo ve y todo lo controla. Y es precisamente la omnipresencia de esta base de datos la que proporciona poder sobre los perfiles psicológicos de los individuos a los que la gestiona.

Una de las características de este nuevo "régimen" es su aparente amabilidad. El poder se ejerce de modo que no levanta sospechas de violencia negativa (la tradicional oposición entre poderoso y súbdito). De este modo se asegura que cada uno de nosotros seamos nuestro propio panóptico. La violencia pasa pues de ser negativa (donde hay oposición externa), sistémica y de establecimiento de poderes sociales, a ser positiva, pasiva, y completamente vivida en el interior (violencia positiva). En un mundo de aparente libertad, el sujeto se inflige a sí mismo una doble violencia: por un lado se exige un rendimiento excesivo e infinito, al tiempo que se obliga a perderse en una red virtual uniforme

La expulsión de lo distinto

En este libro Han recupera un tema transversal a toda su obra: la dualidad mismidad-alteridad. El repliegue ante lo que nos es ajeno produce la equiparación de todo en la categoría de lo “igual”, la homogeneidad de las diferencias y la consolidación de la tiranía de lo mismo. En este contexto, la hiperconectividad digital es un poderoso aliado de este proceso, ya que elimina la lejanía, y con ello, paradójicamente, también la cercanía. Hay fenómeno que indican que se acrecienta esta oposición: repliegues nacionales, conflictos culturales y guerras en nombre de valores absoluto. ¿Frente a ello qué cabe hacer? ¿Más globalización? Para Han no. Hay que acudir a la hospitalidad, a la política de lo bello, de lo diferencia; no del odio o el miedo ante lo distinto. No hay pues que evitar la dialéctica y la constatación de que hay desencuentros. Hay que profundizar en ello, dejar de lado la tentación de reducirlos a razones unívocas y no sucumbir al miedo a lo diferente. Y eso sirve para todos los niveles: el personal (la alteridad de la muerte), el social (la alteridad del extranjero), el político (la alteridad al neo-capitalismo). La experiencia humana debe encarnarse de nuevo, sentir su propia e intransferible sensibilidad para poderse abrir a la sensibilidad ajena. Hay que recuperar el ritmo de la mirada, no la vigilante neurosis del que todo lo quiere controlar y la escucha y su revolución temporal. Dar voz a la propia experiencia atendiendo las palabras y los silencios, sobre todo los silencios, de los prójimos, y aceptar y dar espacio al enigma que todo lo baña. El lenguaje de lo distinto acepta que es un arte, y como todo arte presupone que se trasciende a sí mismo. Nunca se aclara por completo ni se hace del todo transparente. Es en la dialogía donde acaece y, por lo tanto, al abrigo del secreto donde florece.

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Bibliografía

Del autor

  • Han, B-Ch., El aroma del tiempo. Herder, Barcelona, 2015.
  • Han, B. Ch., En el enjambre. Herder, Barcelona, 2014.
  • Han, B-Ch., Filosofía del budismo Zen. Herder, Barcelona, 2015.
  • Han, B-Ch., La agonía del Eros. Herder, Barcelona, 2014.
  • Han, B-Ch., La expulsión de lo distinto. Herder, Barcelona, 2017.
  • Han, B-Ch., La salvación de lo bello. Herder, Barcelona, 2015.
  • Han, B-Ch., Hiperculturalidad. Herder, Barcelona, 2018.
  • Han, B-Ch., La sociedad de la transparencia. Herder, Barcelona, 2013.
  • Han, B-Ch., La sociedad del cansancio. Herder, Barcelona, 2012.
  • Han, B-Ch., Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder, Barcelona, 2014.
  • Han, B-Ch., Sobre el poder. Herder, Barcelona, 2016.
  • Han, B-Ch., Topología de la violencia. Herder, Barcelona, 2016.

Relaciones geográficas

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