Filósofo y teólogo irlandés, que se llamó a sí mismo «hijo del Eire», Erígena. Educado en un monasterio de Irlanda, entre 840 y 847 pasa a Francia, para dirigir la Escuela Palatina en la corte de Carlos el Calvo. A sugerencia de los obispos de Reims y de Laon, interviene en la llamada «disputa carolingia de la predestinación», surgida entre Hincmaro de Reims y Godescalco, o Gottschalk, el cual sostenía la doble predestinación, de los justos a la salvación y de los malos a la condenación. Su respuesta a la cuestión, el libro De praedestinatione (851), inspirada en Agustín de Hipona, no satisfizo a la ortodoxia de la Iglesia, que la condenó en dos concilios. Por encargo del emperador, tradujo las obras de Dionisio Areopagita, elPseudo-Dionisio, obra sumamente leída durante la Edad Media. Añadió a ésta otras traducciones de obras de padres de la Iglesia griegos, de Máximo el Confesor y de Gregorio de Nysa, y por ellas conoció occidente buena parte del pensamiento teológico oriental y ellas fueron también el fundamento de su obra más notable y una de las más importantes de la Edad Media: De divisione Naturae [Sobre la división de la naturaleza] (entre 862 y 866), también llamado Periphyseon. Mediante un diálogo entre el maestro (Nutritor) y discípulo (Alumnus), expone de forma sistemática una articulación de la realidad (la naturaleza), según una vía ascendente y otra descendente, tal como sugería la dialéctica platónica. La totalidad, o el ser, se divide en cuatro dimensiones o clases:
- la naturaleza que crea y no es creada;
- la naturaleza creada y que crea;
- la naturaleza creada y que no crea, y
- la naturaleza no creada y que no crea.
La primera es Dios, principio sin principio (an-arkhos); la segunda corresponde a las ideas «arquetípicas», creadas en la mente del Verbo (logos) y modelos de todas las cosas; la tercera son las cosas creadas según las ideas; y la cuarta, Dios de nuevo, fin (reditus) de todo, al que tiende la creación entera que le reconoce como creador. La naturaleza es así una teofanía y las cosas son de algún modo Dios. Aparece de esta manera el fundamento de la teología positiva y negativa: Dios «es y no es» cada una de las cosas que de él se afirman a partir de las categorías humanas.
Este sistema neoplatónico de toda la naturaleza, entendido de forma panteísta a comienzos del s. XIII, fue condenado por el concilio de París, de 1210. Honorio III ratificó la condena del libro (1225). Pese a ello, la obra tuvo una enorme difusión e influencia.
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