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Orientación de la propia vida de acuerdo con el modelo de vida de Jesús de Nazaret. El concepto teológico de imitación de Cristo incluye como rasgo básico y esencial la fe en Jesús como el Cristo, es decir, como el portador insuperable de la salvación de Dios para todos los hombres. A lo largo de la historia, las formas de imitación de Cristo han sufrido modificaciones: en la época de persecuciones, se entendió la imitación como la muerte martirial. Desde Constantino hasta la edad media, la imitación era una forma de vida monástica en celibato, pobreza y obediencia. A finales de la edad media y en el barroco, se refería a imitar interiormente la vida y muerte de Jesús y llevarlas a cabo de una manera espiritual hasta la muerte mística del alma. En la ilustración se entendieron la vida y enseñanzas de Jesús cual modelo ético del amor al prójimo y de la solicitud por los pobres y los enfermos. La teología actual entiende la imitación como un dejarse guiar por el Espíritu de Cristo, que apunta al futuro y a la consumación de todas las cosas. Esa orientación al reino de Dios preserva del malentendido de interpretar la imitación como la reproducción exacta de la forma de vida que de hecho llevó Jesús, así como del peligro de reducir esa imitación al plano socioético y político o, por el contrario, a la mera interioridad de la ascensión del alma a Dios.