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En la cosmología aristotélica, la quintaesencia o αἰθήρ es el quinto elemento constitutivo de las esferas supralunares. En la actualidad, este término se utiliza para designar el principio más activo o fundamental de una cosa, o el aspecto más importante o esencial de una determinada cualidad.

Aristóteles

En el Tratado sobre el Cielo, Aristóteles considera el αἰθήρ (aither o éter) como la sustancia que forma los astros y, en general, las esferas supralunares de los cielos. Sobre ello insiste en Peri philosophías, donde señala que, además de los cuatro elementos de Empédocles: tierra, agua, aire y fuego, que componen todos los cuerpos de la esfera sublunar, este "αἰθήρ sería la quinta esencia, que compondría las esferas supralunares.

Esta quintaesencia se diferencia de los cuatro elementos por su incorruptibilidad e inalterabilidad. Bajo la influencia de la tesis aristotélica, también durante la Edad Media, se entendía como la substancia más pura y sutil que forma los cuerpos celestes. Por otra parte, según Cicerón, también se puede entender por quintaesencia el elemento que compone el alma, lo que, según él, explicaría el hecho de que esté siempre sometida a un movimiento eterno y perpetuo. En la tradición alquimista, la quintaesencia era el extracto corpóreo de alguna sustancia obtenido mediante el análisis alquímico, que separaba el elemento dominante de los otros elementos que formaban dicha sustancia. Paracelso afirmaba que en la quintaesencia se ocultaban los arcanos, fuerza ocultas que operan en los minerales, en los vegetales y, especialmente, en las piedras preciosas. Generalmente, la quintaesencia de una substancia era un producto líquido obtenido por la acción de las sustancias «espirituosas» (alcohólicas) sobre productos orgánicos vegetales, animales y minerales.


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