En sus varios sentidos, puede referirse «al orden de lo que tiene partes» (en griego διάθεσις, diáthesis), como dice Aristóteles, cuando en su Metafísica (ver cita) analiza los principales términos filosóficos, o a una condición psíquica pasajera o permanente, siendo en este caso el hábito (en griego ἔξις, hexis), o la aptitud.
Las propiedades o cualidades de las cosas, que sólo se manifiestan si se dan determinadas condiciones. La solubilidad en el agua, por ejemplo, sólo se pone de manifiesto cuando un cuerpo es sumergido en el agua; lo son también la conductividad, la maleabilidad o la dureza, como propiedades físicas, la sinceridad o la magnanimidad como propiedades psíquicas, o el respeto o el amor al prójimo como cualidades morales. Un predicado o un término disposicional es, por consiguiente, un término que describe alguna de estas cualidades o estados disposicionales. En filosofía de la ciencia estas expresiones ha supuesto dificultades, por un lado, para la afirmación, sostenida inicialmente por el empirismo lógico de que todo enunciado significativo debía traducirse en algo directamente referible a la experiencia inmediata, o había de ser verificable y, por el otro, para la discusión acerca de si se trataba de términos teóricos u observacionales. Posteriormente se ha distinguido entre términos teóricos, disposicionales y observables. Karl R. Popper sostiene, no obstante, que todo término universal es un predicado disposicional (ver texto ), con lo que, a su entender, desaparece la utilidad de la distinción teórico-observacional.