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Cólera

(del latín passio, de pati, sufrir; en griego πάθος, pathos)

En su sentido primitivo relacionado con la etimología del término, la modificación cualitativa -o afección- que una cosa sufre por acción de otra. Así, por ejemplo, en Aristóteles, para quien pasión y acción, su opuesto, son categorías accidentales del ser (ver cita). En este sentido aristotélico de pasión como pasividad o receptividad, «estar griposo» es una pasión. Sin embargo, le es connatural al término, también desde antiguo, el referirse a la emoción o al deseo intensos o violentos. En la actualidad suele definirse como emoción o afectividad extrema, o reacción afectiva (del latín affectus, estado de ánimo, pasión) intensa a un estímulo.

Es tradicional desde antiguo (ver texto ), y no sólo en filosofía, enfrentar la razón a la pasión, de modo que normalmente debe entenderse que es propio de la racionalidad humana y de la vida ética sostener que la razón debe dominar sobre las pasiones. Pero la valoración de la pasión en sí misma diverge enormemente según los autores y sus tendencias filosóficas. Es común considerar que las pasiones en sí no son ni buenas ni malas, o bien todas buenas, según Descartes (ver cita), y que, por consiguiente, existe un ámbito psicológico autónomo de la pasión, sus causas, sus efectos y su función con relación a la acción y a la misma vida (ver cita). Entre los encomios a la pasión, es característica la inversión del planteamiento platónico que hace Hume: la servidumbre toca a la razón (ver cita); la razón sola no puede ser origen de ninguna acción ni de ninguna volición; la razón sólo piensa, y únicamente la voluntad decide según sus leyes propias. Por esto la moralidad, capaz, ella sí, de regular pasiones y acciones (ver cita), no puede fundarse en la razón.

En la teología cristiana el vocablo se emplea para designar el vía crucis de Jesucristo que revela quién es y qué ha hecho por la salvación de los hombres. Según los testimonios del Nuevo Testamento la pasión y la muerte de Jesús están indisolublemente unidas en su vida terrena y con su resurrección: el compromiso de Jesús a favor de Dios y de los hombres incluía la aceptación del propio peligro y la disposición a morir. La patrística refiere soteriológicamente toda la vida de Jesús, a partir de la encarnación, a la redención de los hombres por la pasión y muerte de Jesucristo. En los últimos tiempos se ha hecho hincapié en que la vida y la conducta escatológica y mesiánica de Jesús tienen también una dimensión relevante en el aspecto social. Los teólogos de la liberación latinoamericanos intentan poner de relieve la dimensión liberadora de la Cruz de Cristo. En un sentido metafísico, la palabra pasión se refiere a una acción sufrida por el sujeto por oposición a una acción de la que él es el agente. Así, Jesús tomó positivamente la pasión y la hizo expresión de la apropiación total del hombre por parte de Dios.