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Teosofía: este término significa, literalmente, conocimiento de Dios, y desde el neoplatonismo (Porfirio, Jámblico, Proclo), se supone también que dicho conocimiento solamente puede estar directamente inspirado por la divinidad. Durante la Edad Media, a veces, el término teósofo se usaba como sinónimo de autor inspirado por Dios. Algunos místicos, como J. Böhme, por ejemplo, lo siguieron utilizando en el sentido de los neoplatónicos, y de manera parecida usaron ese término algunos magos renacentistas, como Agrippa o Paracelso, por ejemplo. En la época moderna se ha considerada teósofo al último Schelling, aunque él mismo había usado este término de una manera poco apreciativa para criticar algunos aspectos de la filosofía de Jacobi. Pero, es en el último tercio del siglo XIX cuando este término adquiere más importancia con la creación de la Sociedad Teosófica fundada por Helena Petrowna Blavatsky (Isis develada, 1887, y Doctrina secreta, 1888), Annie Besant y Henry Steel Olcott, y de la que era también un importante miembro Rudolf Steiner, quien después se separaría de dicha sociedad para fundar la antroposofía. La teosofía aparece como una amalgama de ocultismo y religiosidad mágica basada en creencias orientalizantes, especialmente inspirada en el budismo y el hinduismo. Los adeptos a la teosofía pretenden una visión en Dios capaz de alcanzar una comprensión misteriosa de todos los seres, y propugnan una reunión fraternal de todos los hombres.
Antroposofía: Hacia 1913 Rudolf Steiner (1861-1925) utilizaba ya este término (acuñado inicialmente por J.P.V. Troxler, y que dicho autor desarrolla posteriormente en su Doctrina de la naturaleza del conocimiento humano, [1928]). Al provocar una escisión en la sociedad teosófica de madame Blavatsky, Steiner usa la expresión antroposofía para destacar los aspectos centrales relativos al conocimiento del hombre y oponerse así al movimiento teosófico. La concepción antroposófica de Steiner se basaba más en los misterios egipcios y griegos que en las creencias orientales y desemboca en un panteísmo. (recibe también muchas influencias de la filosofía natural de Goethe y de Haeckel). Bajo la influencia del emanatismo neoplatonizante, sustenta que el hombre está compuesto por cuatro sustancias materiales y tres sustancias espirituales unidas por el manas o yo, el mismo para todos los hombres, y que sólo ocasionalmente está unido a la materia. Afirma también las reencarnaciones sucesivas o metempsícosis (que implican al conjunto del cosmos en ciclos de milenios de duración), ya que afirma que el «principio etéreo» y el «principio astral» permanecen al morir el hombre, y propone unas reglas morales de inspiración budista, así como una reforma jerarquizada de toda la humanidad. Defiende la necesidad de practicar rituales para que los iniciados puedan acceder a la percepción de las realidades ocultas y de los espíritus astrales.
Otras obras destacadas de Steiner son: La filosofía de la libertad (1894); Concepciones del mundo y de la vida en el siglo XIX, 2 vols. (1900-1901); Teosofía (1904); La labor de la ciencia del espíritu (1916) y Enigmas del alma (1917).