(del griego χαλοχαγαθία, kalokagathia, caballerosidad)
Los aristóctatas se consideraban a sí mismos como los que encarnaban el ideal del kaloskagathos (de kalós kaì agathós, hombres bellos y buenos, poseedores de toda la areté). Platón concibe este término en sentido de una virtud interna, por ello, en la República, llama kaloskagathos al filósofo, «el hombre bello y bueno», que es amante del saber y la cultura y, en el Timeo (87c), lo concibe como el ideal de perfección individual. Aristóteles, en la Ética a Nicómaco y en la Ética a Eudemo, usa este término como sinónimo de «nobleza» de ánimo y como condición de magnanimidad, y es el telos o finalidad de todas las virtudes.