Adoración tributada a las imágenes. El Antiguo Testamento manifiesta claramente su oposición al culto de adoración tributado a cualquier imagen y más generalmente el culto tributado a cualquier otro que no sea Dios. A los judíos, sin embargo, el culto rendido a Jesús desde los primeros tiempos del cristianismo apareció como una idolatría. Parece que es por reacción contra la creencia cristiana en la encarnación por lo que los judíos han llegado a desterrar de sus santuarios toda imagen. Hay que reconocer la degradación de la imaginería religiosa en el curso de la edad media latina. La reacción protestante, que llegó a condenar como idolatría todo culto a los santos e incluso todo uso de las imágenes santas en el culto o devoción, se explica por esta deformación.