Anticipación de las posibilidades hacia las que se tiende, y equivale a plan u ordenación que dirige la acción futura.
Este concepto adquiere su importancia en la filosofía existencialista, y fue introducido por Heidegger (en alemán, Ent-wurf, «pro-yecto», es decir, echado o lanzado previamente hacia fuera, hacia delante). Pero, según el existencialismo, el proyecto no es meramente un plan, no se reduce a ser aquello hacia lo que el hombre tiende, sino que es aquello que constituye su verdadero ser. El hombre no es una esencia definible de antemano, sino que deviene lo que es en la misma medida en que es lo que deviene. Así, la noción de hombre entendido como proyecto se opone a la que lo concibe como mero objeto o como simple medio para el cumplimiento de los designios de Dios o de la Historia.
Heidegger enfatiza la afirmación según la cual el Dasein no tiene esencia, entendida como algo que persiste, ya que su única esencia consiste en ser un ser-posible. Este poder ser es, justamente, la temporalidad (ver texto ). De forma que la temporalización es la única sustancia de la existencia. El proyecto aparece, según Heidegger, como el constituyente ontológico-existencial del Dasein. En la proyección se proyecta la posibilidad misma en tanto que posibilidad. Justamente porque el ser del Dasein es su carácter de proyecto, es decir, justamente porque es lo que llega a ser, adquiere sentido la sentencia: ¡llega a ser lo que eres!. Ahora bien, en su sentido radical, el proyecto es una proyección del Dasein mismo, una anticipación siempre abierta en la que el Dasein no elige otra cosa más que a sí mismo. El carácter abierto del proyecto, su permanente inacabamiento, sólo tiene un límite, siempre anticipado: la muerte. Por ello dice Heidegger que el Dasein es un «ser para la muerte».
Sartre, coincide con Heidegger en este aspecto, y recalca la absoluta gratuidad del proyecto fundamental constitutivo de la existencia. Este proyecto inicial o fundamental siempre está haciéndose, nunca está dado, ya que si así fuera no sería proyecto. En este sentido el proyecto aparece como la conciencia de la libertad absoluta, y esta radical libertad del ser humano, en cuanto que permanente posibilidad de modificar nuestro proyecto inicial, y en cuanto que en cada elección se forja la existencia, es la que genera la angustia. En última instancia, el hombre es deseo de ser, pero este deseo, que es el que engendra la noción de Dios, es una pasión inútil: la existencia es absolutamente gratuita.