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Expresión propia de la filosofía escolástica con la que planteaba la cuestión, inspirada en Aristóteles, que trata acerca de cuál es la causa intrínseca de lo singular o individual o cuál es la propiedad interna por la que algo es individuo y que nos permite diferenciarlo de cualquier otro individuo; en otras palabras, la causa de la distinción numérica entre individuos cuya esencia o naturaleza es la misma. La cuestión proviene del hecho de concebir las esencias a modo de una naturaleza común a varios individuos y se indaga acerca de qué es lo que hace que dicha naturaleza se individualice o reparta entre muchos y que, una vez individualizada, permanezca como incomunicable e indivisible. Los grandes autores medievales propusieron distintas soluciones: para Tomás de Aquino, la individuación consiste en el principio material, o las características espaciotemporales (materia signata quantitate), mientras que para Duns Escoto es la hecceidad (haecceitas), la capacidad de la misma forma o naturaleza de ser «esto algo» o bien, como dirá luego más claramente Guillermo de Occam, la propiedad de lo que es singular, que lo es por sí mismo, sin necesidad de principio alguno. Ésta es la idea que adopta posteriormente Leibniz, para quien la individuación no es más que «la existencia misma» de una cosa, de forma que equivale al principio de la distinción de los indiscernibles: si dos individuos fuesen absolutamente iguales en todo no habría, respecto de ellos, principio de individuación: serían numéricamente el mismo (ver texto ).
La filosofía actual no utiliza esta expresión, salvo en el sentido de criterio, o condiciones, con que nos guiamos para definir la identidad de una cosa.