El materialismo histórico de Marx, se basa sobre este concepto, que designa la base económica de una sociedad y el fundamento de su superestructura. Dicha base económica viene dada por la concreta articulación de las fuerzas productivas (capacidad de producción y trabajo de los hombres, así como los medios para ella) con las relaciones de producción (relaciones que se establecen entre los trabajadores y los propietarios de los medios de producción), y la forma específica de organización del trabajo propia de cada época histórica. Dicha base articulada de las fuerza productivas y las relaciones de producción engendra la superestructura ideológica y política de una sociedad que está, pues, en relación de dependencia con aquélla, aunque puede mantener cierta autonomía propia. De esta manera, en cuanto que la superestructura supone el conjunto del ordenamiento jurídico, las formas de pensar, el arte, la religión, las concepciones del mundo y la filosofía propios de un modo de producción que los determina, los cambios sociales no se efectúan cambiando dichos elementos superestructurales, como creían ingenuamente -según Marx- los ilustrados, sino cambiando la raíz, es decir, el modo de producción. El mundo material no depende de ninguna fuerza trascendente, ni de la ideología, sino que está ordenado por el modo de producción de la vida material humana en unas determinadas relaciones de producción, y la historia es la sucesión de los diversos modos de producción. No es la conciencia de los hombres la que determina su vida, sino a la inversa, es la vida real (la base económica) la que determina su conciencia (ver texto ).
Ahora bien, en cuanto que una formación social está caracterizada por su modo de producción, este término puede también entenderse, de manera más laxa, como designando el conjunto entero de dicha formación social (que en sentido estricto está determinada por su modo de producción en sentido lato). En este caso, engloba tanto la estructura económica como la superestructura y, desde esta perspectiva, el materialismo histórico marxista considera diversas divisiones de grandes modos de producción, como: el modo de producción antiguo o esclavista, el modo de producción feudal o el modo de producción capitalista.
En el devenir histórico la articulación entre fuerzas productivas y relaciones de producción entra en conflicto, pues llega un momento en que las relaciones de producción pertenecientes y desarrolladas en un modo de producción anterior se convierten en trabas al desarrollo de nuevas fuerzas productivas (ver texto ). Éste es el núcleo de la fuerza que engendra las revoluciones sociales, siempre y cuando dichas fuerzas se encarnen en una clase social que sepa y pueda desarrollar dicha contradicción en el sentido de la historia, es decir, del progreso de las fuerzas productivas.