En el contexto de su dualismo psico-físico, Descartes consideró la glándula pineal, «una pequeña glándula situada hacia la mitad de la sustancia del cerebro», único órgano impar en el cuerpo humano, como el nexo de unión entre el alma y el cuerpo en la que interacciona la mente con los espíritus animales, que a través de la sangre y los nervios relacionan la res cogitans con el cuerpo o res extensa, orienta el movimiento e influye sobre el alma. (En la actualidad se sabe que la glándula pineal o epífisis contiene células pigmentarias que reaccionan a los cambios lumínicos, y es la responsable de la segregación de la hormona melatonina, que regula los ritmos vitales y los estados de sueño)