«No hay que multiplicar las entidades sin necesidad». Refrán metodológico, de inspiración escolástica, que sugiere reducir al mínimo el uso de conceptos y entidades, o realidades, para dar una explicación de algo. Es, por tanto, una regla metodológica, con un aspecto epistemológico (que ordena reducir los conceptos teóricos utilizados a los necesarios y no más) y un aspecto ontológico (que ordena no postular más causas de las cosas que las necesarias), que remite a un principio de economía y de simplicidad en el método. Se atribuye a Guillermo de Occam y es conocida como la navaja de Occam con la que deberían afeitarse las demasiado pobladas «barbas de Platón», pero no hay suficiente fundamento histórico para atribuir, a este autor, exactamente esta formulación.