La lista de los siguientes diálogos constituyen la obra escrita de Platón o Corpus platonicum, al que hay que añadir unas cartas (de las que , por lo menos, la VII y la VIII se consideran auténticas). Generalmente, los diálogos platónicos se clasifican atendiendo a la cuatro etapas siguientes:
Etapa socrática o de juventud:
Apología;
Ion;
Critón;
Protágoras;
Laques;
Trasímaco;
Lisis;
Cármides;
Eutifrón.
Diálogos que tratan temas socráticos y se centran en definiciones de conceptos como la piedad, la mentira, la amistad, la virtud y si ésta puede o no enseñarse. En la Apología Platón defiende la figura de Sócrates. Todavía no aparece la teoría de las ideas.
Etapa de transición (388-385):
Gorgias;
Menón;
Eutidemo;
Hipias Menor;
Crátilo;
Hipias Mayor;
Menéxeno.
Diálogos escritos después de su primer viaje a Sicilia (388-387), su estancia en Cirene, y la fundación de la Academia (387). Aparecen, junto con temas todavía socráticos, temas propiamente platónicos.
También aparecen temas órficos de influencia pitagórica: la inmortalidad del alma, primeras alusiones a las ideas y a la reminiscencia, y estudios sobre el lenguaje.
Época de madurez (385-391):
Banquete;
Fedón;
República;
Fedro.
La teoría de las ideas aparece plenamente desarrollada. Entre los temas tratados destacan: los argumentos de la inmortalidad del alma, la teoría de la reminiscencia, la dialéctica ascendente y el amor, y la filosofía política. De entre los textos conocidos destacan: el mito de la caverna, la metáfora de la línea y el mito del carro alado.
Época de vejez (391-360):
Teeteto;
Parménides;
Sofista;
Político;
Filebo;
Timeo;
Critias;
Leyes;
Epínomis.
Época de sus otros dos viajes a Sicilia. Revisión de la teoría de las ideas, que pierde dimensión ontológica en favor de una interpretación lógica. Sócrates deja de ser el personaje principal. Estudio de las dificultades de la teoría de las ideas: tema de lo uno y lo múltiple, teoría de la participación. La dialéctica como división de conceptos. Desarrollo de la cosmología platónica: el demiurgo, el alma del mundo, el devenir, la causa final. Revisión de la teoría política que culmina en una concepción matizada del justo medio.
Puesto que los distintos diálogos no están fechados, la agrupación y el orden que se han presentado podrían ser distintos. No obstante, ésta es la clasificación generalmente admitida en la actualidad, a la que se ha llegado mediante estudios que toman en consideración: a) referencias de los diálogos a sucesos históricos conocidos, b) referencias de unos diálogos a otros, c) relación de dependencia respecto de otras obras de la época cuya fecha nos es conocida y d) criterios filosóficos y estilísticos referentes a los contenidos internos de los diálogos. De ahí se infiere que partes de algunos de ellos, como el caso de la República, por ejemplo, fueron escritos en distintas épocas.
Al parecer, además de los diálogos, Platón habría sostenido una enseñanza no escrita dirigida solamente a los miembros más adelantados de la Academia, pero esta enseñanza para los ya iniciados (esotérica) no habría adquirido forma escrita a diferencia de la publicación (exotérica). La necesidad de difundir las concepciones filosóficas fue la única motivación que impulsó a Platón a escribir, pero resaltando siempre su desconfianza con respecto a la escritura que, a diferencia del auténtico diálogo hablado, tiende a inmovilizar el pensamiento (con gran contrariedad por parte del tirano de Siracusa que insistentemente pedía a Platón una exposición, en forma de tratado o de manual, de su pensamiento). Así, en el Fedro (274c-278b), por boca de Sócrates, Platón narra el mito de Theuth, según el cual, dicho dios egipcio, tras inventar las matemáticas, la astronomía, el juego de damas y los dados, inventó también la escritura. Pero el rey Thamus puso en duda el valor de tal invento, ya que si bien Theuth concebía la escritura como elixir que fortalecería la memoria humana, Thamus, contraponía el lenguaje hablado al escrito y replicaba que la escritura produciría el efecto contrario: produciría el olvido, ya que se tendería a recordar por fuera mediante signos extraños, y no por dentro, mediante el conocimiento interior. Esta contraposición muestra el saber adquirido y transmitido a través de la escritura como un saber aparente: el texto escrito parece hablar, pero en realidad lo escrito no responde a preguntas, es repetitivo, dice siempre y para todos los mismo. Por ello Thamus contrapone a la transmisión escrita el discurso, «que se escribe con ciencia en el alma del que aprende», que sabe hablar, que argumenta y se defiende: es el «discurso vivo y animado» - el diálogo, la discusión oral -, del cual el discurso escrito es sólo imagen (ver texto ). En la Carta VII Platón también muestra su reticencia a poner por escrito sus enseñanzas y su saber: «todo hombre serio se guardará mucho de poner por escrito cuestiones serias». Además, mediante el uso del diálogo como recurso literario para exponer sus ideas, Platón rendía homenaje a su maestro Sócrates, que había hecho del diálogo el método de la filosofía.
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