Es la expresión característica para la concepción bíblica del amor, preferentemente en el Nuevo Testamento, donde se convierte en concepto teológico central. Designa al amor de Dios al hombre y también el amor de los hombres entre si y de los hombres a Dios. Es una forma fundamental especial del amor, puesto que se lleva a cabo en virtud del espíritu de Dios. La característica más destacada de este concepto neotestamentario es su aceptación positiva, que alcanza su expresión auténtica a través de la participación en el amor de Jesucristo a Dios y a los hombres. Entendido como caridad, es otra de las virtudes teologales.