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(del latín «anteriormente» y «posteriormente»)

Desde el s. XVII, se aplica a dos clases distintas de enunciados, cuando se considera la manera como llegamos a saber su verdad. Son a priori aquellos enunciados cuya verdad se origina en la misma razón, mientras que son a posteriori aquellos cuya verdad procede de su concordancia con la experiencia. A priori significa, por tanto, con anterioridad a la experiencia, o independientemente de ella, no en sentido psicológico, sino en sentido lógico: no es necesario recurrir a la experiencia para conocer que un enunciado es verdadero. A posteriori significa con posterioridad a la experiencia. Los enunciados cuya verdad se conoce independientemente de la experiencia, por sólo la razón, son al mismo tiempo enunciados necesariamente verdaderos (no pueden ser falsos y su opuesto es una autocontradicción), mientras que los enunciados cuya verdad se conoce mediante el recurso a la experiencia son enunciados contingentemente verdaderos (pueden ser falsos y su opuesto es igualmente posible).

Así pues, lo necesario puede conocerse a priori, mientras que lo contingente sólo se conoce a posteriori.No es necesario recurrir a la experiencia para saber con certeza que «si alguien es soltero, entonces no está casado», basta con conocer sólo el significado de los términos, mientras que para saber si hay «solteros infelices» es necesario recurrir a los hechos.

__I. Kant__

Kant (ver cita) relacionó esta distinción con la suya propia entre analítico/sintético, admitiendo que los analíticos son a priori y los a posteriori son sintéticos, pero que, además, existen los juicios sintéticos a priori (ver ejemplo). Con la excepción de Kant, suele mantenerse que los enunciados analíticos son a priori y los sintéticos a posteriori. No obstante, M. Bunge sostiene la posibilidad de enunciados analíticos y a posteriori y S. Kripke afirma que no coincide la distinción a priori / a posteriori con la de necesario / contingente.

(Ver texto).