(del latín vortex, o vertex, torbellino de agua)
Sistema propugnado por Descartes para explicar los movimientos de los cuerpos celestes mediante torbellinos de partículas finísimas de materia (ver texto). Descartes imagina el universo lleno de partículas extensas, cuyos movimientos en torbellino arrastrarían, a modo de fluidos, a los cuerpos celestes. Newton refuta esta teoría en el libro II de los Principia, «El movimiento de los cuerpos en medios resistentes», en el apartado dedicado a la hidrodinámica, o dinámica de fluidos, demostrando que los movimientos de los supuestos torbellinos no concuerdan con la Tercera ley de Kepler, que relaciona los períodos de los planetas con su distancia media al Sol. Newton añade, a la demostración matemática, que el espacio en que se mueven los planetas no tiene la suficiente consistencia como para moverlos mediante su resistencia.