Tipo de explicación que interpreta los fenómenos sociales y culturales como satisfacción de una necesidad funcional, tal como la entiende Malinowski (1884-1942) en oposición al evolucionismo cultural. Según él, cada cultura está constituida por una serie de rasgos integrados dentro de un sistema total, de manera que cada uno de dichos rasgos particulares o partes guardan una relación con el todo. Así, cada cultura correspondiente a una determinada sociedad constituye un conjunto coherente y orgánico en el que cada elemento, o rasgo, sirve a la función del conjunto. De la misma manera que la existencia de un órgano, en biología, se explica por la función que realiza y ésta por la necesidad vital que satisface, así también, en el ámbito de las ciencias sociales y culturales, la existencia de un fenómeno social o cultural se interpreta como una institución u organización social o una forma cultural que satisface, y por lo mismo realiza, una función necesaria para el mantenimiento de un sistema social o cultural. Cada una de las partes puede tener su propia forma específica, pero ninguna de estas partes o elementos culturales existiría como unidad aislada, sino que cada una de ellas ocupa un determinado papel dentro de la totalidad de la cultura de la que es parte.
De esta manera, interpretar un hecho o rasgo cultural supone interpretarlo como un fenómeno social que debe explicarse en función de lo que aportan al conjunto de la cultura y la sociedad. La aportación de cada parte al sistema constituye su función. Así, a través de las categorías de forma, estructura y función, el funcionalismo, hace especial hincapié en la dinámica interna de una cultura, y considera la función como el principio organizador. Este tipo de explicación científica no se ajusta al modelo nomológico-deductivo, pero Hempel sostiene que puede reducirse a ella.