Es el acto voluntario que se lleva a cabo en una situación de conflicto entre la razón y lo que genéricamente puede llamarse inclinaciones (pasiones, tendencias, sentimientos, intereses, deseos, etc.) teniendo en cuenta la ley moral. A este «tener en cuenta la ley moral», Kant llama «representación de la ley» y el acto moral es, según él, aquel en quelo pensado como objetivamente necesario por la razón se impone también a la voluntad como subjetivamente necesario (ver texto ). El acto moral supone conciencia, libertad y responsabilidad en quien lo ejecuta y, siendo todo esto, en definitiva, una actuación del individuo, puede producirse en ocasiones un conflicto entre las decisiones de éste y las necesidades e imposiciones de la sociedad.