Es el símbolo de la flor por excelencia en la cultura occidental. Su significado está estrechamente vinculado con el principio del capítulo segundo del Cantar de los Cantares, donde se dice: “Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles. Como el lirio entre los espinos, así es mi amada entre las doncellas”. La bella y delicada flor aparece en medio de las espinas, al igual que la vida espiritual aparece en medio de las adversidades y las trampas del mundo del exilio. En el famoso Rituel de la Maçonnerie Egyptienne, de Cagliostro, se explica que los iniciados deben ser ceñidos con una corona de rosas pues: «es el recuerdo perfecto de que la primera materia no se puede obtener sin penas y trabajos». La rosa también en símbolo de la reunión mística de los todos los santos, como aparece en la Divina Comedia, cuando después de atravesar el Infierno y el Purgatorio, Dante llega al último de los cielos y contempla la visión de la comunión de los santos. He aquí sus palabras: «En forma de una cándida rosa se me mostró la milicia santa, que con su sangre Cristo la hizo esposa» (Paraíso XXXI, 1-3.). Louis Cattiaux insiste en la dicotomía de significados que aparecen en el símbolo de la rosa y por eso afirma: «Bajo el hedor de la muerte se oculta el perfume de la rosa» El mensaje reencontrado V, 94).