Tristram Engelhardt, H.: la bioética secular

Extractos de obras

La moralidad de una bioética secular no sirve de orientación para vivir la vida, sino que es más bien una moralidad capaz de vincular a extraños morales que se encuentran y colaboran pacíficamente, ya que es lo poco que comparten personas provenientes de distintas comunidades morales y portadoras de visiones diferentes. Por tanto hay que tolerar muchas cosas que sabemos que son profundamente erróneas. No podemos utilizar la argumentación racional para corregir estos errores. Esta corrección sólo se podrá conseguir a través de la conversión a una comunidad moral que otorgue una guía adecuada y sustancia moral.

De nuestros razonamientos no se deduce que haya que abandonar tradiciones morales como la judeo-cristiana. Muy al contrario, las proposiciones de una moral secular y pluralista, de una bioética secular, son inevitables, aunque no en el sentido de que tengan o deban sustituir las vidas morales concretas que viven los individuos en compañía de otras personas anuentes. Proporcionan el lenguaje poco denso de la comunicación pacífica que se establece con los extraños morales, así como la textura del discurso que se puede compartir, incluso con aquellos con quienes se está en profundo desacuerdo.

Nos vemos compelidos a vivir nuestras vidas en dos dimensiones morales. Por un lado, y en virtud de pertenecer a una comunidad mortal real y concreta, tenemos un compromiso con determinadas concepciones morales de lo que es una buena asistencia sanitaria, en razón de lo cual seríamos buenos baptistas, hindúes, católicos romanos o judíos. Sin embargo, en la medida en que nuestra comunidad no incluye a todas las demás, necesitamos acercarnos a ellas dentro de los límites de una moral secular y pluralista. [...]

La moral secular y la bioética secular se fundamentan, por tanto, en limitaciones: las que establecen la razón y la autoridad, y esto es inevitable, no porque esté bien fundamentada, sino porque otras concepciones son incapaces de fundamentar el derecho a usar la fuerza para controlar las vidas de otros sin su consentimiento, Disponemos, pues, de una moral que permite a muchas morales crecer y florecer gracias a las limitaciones de nuestra capacidad, en términos racionales generales, para fundamentar la autoridad que permita imponer coercitivamente una visión moral particular, y gracias también al criterio, siempre esgrimible intelectualmente, de una comunidad pacífica. La asistencia sanitaria de hombres y mujeres finitos presupone, por tanto, una visión moral de generosidad y tolerancia.

Los fundamentos de la bioética, Paidós Ibérica, Barcelona 1995, p. 452-453.