Debemos conceder [...] que el hecho de que dos cosas se hayan hallado con frecuencia unidas y jamás separadas no basta por sí mismo para probar de un modo demostrativo que se hallarán también unidas en el próximo caso. Lo más que podemos esperar es que cuanta mayor sea la frecuencia con que se han hallado unidas, más probable será que se hallen unidas en otra ocasión. y que si se han hallado unidas con frecuencia suficiente, la probabilidad llegará casi a la certeza. Tal aserto no puede alcanzar nunca la certeza completa, porque sabemos que, a pesar de la frecuencia de las repeticiones, ocurre a veces una decepción final, como el caso del pollo al cual tuercen el cuello. La probabilidad es todo lo que podemos pretender.
Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, p. 63. |