la acción social según Weber
Para Max Weber, «la acción humana es social siempre que el sujeto o lo sujetos de la accion enlacen a ella un sentido subjetivo. La «acción social», por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo».
Esta breve definición permite establecer tres criterios para la determinación del carácter social de la acción. En primer lugar, las personas deben tener en cuenta el comportamiento de los demás, como también la presencia o la existencia de los mismos. Los niños pequeños que juegan uno al lado del otro, ocupándose cada uno en una actividad totalmente independiente de la ejercida por el otro, no han alcanzado todavía un estadio de sociabilidad suficientemente avanzado como para compartir los mismos juegos. A lo más, puede decirse que la presencia y la actividad de otro alientan a ambos a permanecer allí y proseguir sus juegos solitarios; a este respecto, cabría hablar de una interacción muy elemental. También puede darse el caso de que uno de los dos se aleje sin que el otro parezca advertirlo: la acción social es pues nula. [...] Son harto conocidas las abundantes caricaturas del marido que desayuna ante su mujer, oculto tras las hojas de su periódico: no desayuna con ella, aunque se encuentren físicamente juntos. La pantalla del periódico simboliza realmente la ausencia e incluso la negativa a comunicarse con la otra persona. [...]
El segundo criterio atribuido por Weber a la acción social es el de la significación. Hay que entender este término en su sentido más literal, a saber, en el sentido de que la acción del sujeto debe tener su valor de signo o de símbolo para los demás, y de que la acción de los demás debe asimismo tener valor de signo o de símbolo para el sujeto. En otras palabras, tener en cuenta a los demás no basta para que una acción sea social. También es necesario que el sujeto indique por su acción que ha comprendido las expectativas de los otros y que su acción está destinada a responder a las mismas, o evidencia su negativa a responder. Cuando dos personas se abordan en la calle y una de ellas tiende su mano, la que ejecuta esta acción indica claramente por este signo (al menos en la civilización occidental) que espera de la otra idéntico gesto, de acuerdo con la costumbre vigente en materia de saludos. Si el segundo interlocutor no estrecha la mano que se le tiende, el primero sabrá comprender muy pronto, por otros signos derivados del comportamiento del otro, si se trata de una simple distracción o de una negativa voluntaria. Prestar un significado a la propia conducta y a la conducta de los demás equivale a atribuirles un sentido simbólico susceptible de ser transmitido y comprendido gracias a un código de individuos o signos; equivale, más exactamente aún, a inscribir esas conductas en un sistema de comunicación. [...]
Finalmente, el tercer criterio invocado en la definición de Weber indica que la conductade las personas implicadas en una acción social viene influida por la percepción que cada una de ellas tiene de la significación de la acción de las demás y de su propia acción. Es preciso, en otras palabras, que los sujetos comprueben, con su comportamiento, que han comprendido las expectativas de los demás y que aceptan o no responder a las mismas. Este tercer criterio es de algún modo el complemento exterior de los dos criterios precedentes, siendo estos últimos internos a los sujetos afectados. En efecto, mediante la conducta observable desde el exterior, es posible juzgar acerca de las dos condiciones subjetivas precedentes.
Introducción a la sociología general, Herder, Barcelona 1979, p. 22-25. |