Nietzsche: Zaratustra y el eterno retorno

Extractos de obras

Zaratustra y el eterno retorno

Oh Zaratustra, dijeron a esto los animales, todas las cosas mismas bailan para quienes piensan como nosotros: vienen y se tienden la mano, y ríen, y huyen, y vuelven.

Todo va, todo vuelve; eternamente rueda la rueda del ser. Todo muere, todo vuelve a florecer, eternamente corre el año del ser.

Todo se rompe, todo se recompone; eternamente la misma casa del ser se reconstruye a sí misma. Todo se despide, todo vuelve a saludarse; eternamente permanece fiel a sí el anillo del ser.

En cada instante comienza el ser; en torno a todo "aquí" gira la esfera "allá". El centro está en todas partes. Curvo es el sendero de la eternidad.

¡Oh truhanes y organillos de manubrio!, respondió Zaratustra y de nuevo sonrió, qué bien sabéis lo que tuvo que cumplirse durante siete días.

¡Y cómo aquél monstruo se deslizó en mi garganta y me estranguló! Pero yo le mordí la cabeza y la escupí lejos de mí.

[...]

Pues tus animales saben bien, oh Zaratustra, quién eres tú y quién tienes que llegar a ser: tú eres el maestro del eterno retorno, -¡ese es tu destino!

El que tengas que ser el primero en enseñar esta doctrina, -¡cómo no iba a ser ese gran destino también tu máximo peligro y tu máxima enfermedad!

Mira, nosotros sabemos lo que tú enseñas: que todas las cosas retornan eternamente, y nosotros mismos con ellas, y que nosotros hemos existido ya infinitas veces, y todas las cosas con nosotros.

Tú enseñas que hay un gran año del devenir, un monstruo de gran año: una y otra vez tiene éste que darse la vuelta, lo mismo que un reloj de arena, para volver a transcurrir y vaciarse:-

de modo que todos estos años son idénticos a sí mismos, en lo más grande y también en lo más pequeño.

[...]

Pero el nudo de las causas, en el cual yo estoy entrelazado, retorna, -¡él me creará de nuevo! Yo mismo formo parte de las causas del eterno retorno.

Vendré otra vez, con este sol, con esta tierra, con este águila, con esta serpiente -no a una vida nueva o a una vida mejor o a una vida semejante:

-vendré eternamente de nuevo a esta misma e idéntica vida, en lo más grande y también en lo más pequeño, para enseñar de nuevo el eterno retorno de todas las cosas. [...]

Así habló Zaratustra, Alianza, Madrid 1981, 9ª. ed., p.299-303.

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10

Vosotros hombres superiores, ¿qué os parece? ¿Soy yo un adivino? ¿Un soñador? ¿Un borracho? ¿Un intérprete de sueños? ¿Una campana de medianoche?

¿Una gota de rocío? ¿Un vapor y perfume de la eternidad? ¿No lo oís? ¿No lo oléis? En este instante se ha vuelto perfecto mi mundo, la medianoche es también mediodía,- el dolor es también placer la maldición es también bendición, la noche es también sol, -idos o aprenderéis: un sabio es también un necio.

¿Habéis dicho sí alguna vez a un solo placer? Oh amigos míos, entonces dijisteis sí también a todo dolor. Todas las cosas están encadenadas, trabadas, enamoradas,- -¿habéis querido en alguna ocasión dos veces una sola vez, habéis dicho en alguna ocasión « ¡tú me agradas, felicidad! ¡Sus! ¡Instante! »? ¡Entonces quisisteis que todo vuelva!

-todo de nuevo, todo eterno, todo encadenado, trabado, enamorado, oh, entonces amasteis el mundo,-

-vosotros eternos, amadlo eternamente y para siempre: y también al dolor decidle: ¡pasa, pero vuelve! Pues todo placer quiere -¡eternidad!

11

Todo placer quiere la eternidad de todas las cosas, quiere miel, quiere heces, quiere medianoche ebria, quiere sepulcros, quiere consuelo de lágrimas sobre los sepulcros, quiere dorada luz de atardecer-

¡qué no quiere el placer!, es más sediento, más cordial, más hambriento, más terrible, más misterioso que todo sufrimiento, se quiere a sí mismo, muerde el cebo de sí mismo, la voluntad de anillo lucha en él,-

-quiere amor, quiere odio, es sumamente rico, regala, disipa, mendiga que uno solo lo tome, da gracias al que lo toma, quisiera incluso ser odiado,-

-es tan rico el placer, que tiene sed de dolor, de infierno, de odio, de oprobio, de lo lisiado, de mundo, - pues este mundo, ¡oh, vosotros lo conocéis bien!

Vosotros hombres superiores, de vosotros siente anhelo el placer, el indómito, bienaventurado, -¡de vuestro dolor, oh fracasados! De lo fracasado siente anhelo todo placer eterno.

Pues todo placer se quiere a sí mismo, ¡por eso quiere también sufrimiento! ¡Oh felicidad, oh dolor! ¡Oh, rómpete, corazón! Vosotros hombres superiores, aprendedlo, el placer quiere eternidad,

-el placer quiere eternidad de todas las cosas, ¡quiere profunda, profunda eternidad!

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Así habló Zaratustra, IV, la canción del noctámbulo, Alianza, Madrid 1981, 9ª. ed. p.428-429