Locke: un experimiento mental

Extractos de obras

A este respecto voy a insertar aquí un problema de ese ingenioso y estudioso promotor del verdadero conocimiento, el apreciable sabio señor Molineux, quien tuvo la gentileza de enviármelo hace algunos meses en una de sus cartas. He aquí el problema: supongamos que un hombre ya adulto es ciego de nacimiento, y que se le ha enseñado a distinguir por medio del tacto la diferencia que existe entre un cubo y una esfera del mismo metal, e igual tamaño aproximadamente, de tal manera que, tocando una y otra figura, puede decir cuál es el cubo y cuál la esfera. Imaginemos ahora que el cubo y la esfera se encuentran sobre una mesa y que el hombre ciego ha recobrado la vista. La pregunta es si antes de tocarlos, podría diferenciar, por medio de la vista, la esfera y el cubo. A ello responde nuestro agudo y juicioso promotor que no; porque, aunque el hombre en cuestión tenga la experiencia del modo en que afectan a su tacto una esfera y un cubo, no tiene, sin embargo, la experiencia de que aquello que afecta a su tacto de tal o cual forma deberá hacerlo de esta o aquella manera a su vista; ni de que un ángulo saliente del cubo, que causaba una presión desigual en su mano, se muestre a su vista en forma de cubo. Estoy totalmente de acuerdo con la respuesta que da este hombre inteligente de quien me precio en llamarme amigo, y soy de la opinión de que el ciego no podría decir con certeza, a primera vista, cuál es la esfera y cuál el cubo mientras los viera solamente, aunque pudiera diferenciarlos sin equivocarse y con toda seguridad por el tacto a causa de las formas que él apreciaba por esta vía.

Ensayo sobre el entendimiento humano, II, cap. IX, 8 (2 vols., Nacional, Madrid 1980, vol. 1, p. 223-224).