magnitud intensiva de la percepción
Consiguientemente, toda sensación -y, por tanto, toda realidad en la esfera del fenómeno, por pequeña que sea- tiene un grado, es decir, una magnitud intensiva capaz de ser reducida. Entre realidad y negación hay una cadena continua de realidades y de posibles percepciones más pequeñas. Todo color, el rojo, por ejemplo, posee un grado que, por insignificante que sea, nunca es el más pequeño. Lo mismo ocurre con el calor, con el momento de la gravedad, etc.
Crítica de la razón pura,Analítica trasc., libro segundo, cap. 1, sec. Tercera, B 211 (Alfaguara, Madrid 1988, 6ª ed., p. 206). |