§ 3. Intuición esencial e intuición individual
Ante todo, designo por «esencia» lo que se encuentra en el ser autárquico de individuo constituyendo lo que él es. Pero todo «lo que» semejante puede transponerse en idea Una intuición empírica o individual puede convertirse en intuición esencial (ideación), posibilidad que por su parte no debe considerarse como empírica, sino como esencial. Lo intuido en este caso es la correspondiente esencia pura o eidos, sea la suma categoría, sea una división de la misma hasta descender a la plena concreción.
Esta intuición en que se da la esencia, en algunos casos originariamente puede ser adecuada, como la que fácilmente podemos procurarnos, por ejemplo, de la esencia «sonido»; pero puede ser también más o menos imperfecta, «inadecuada», y no sólo con respecto a una mayor o menor claridad y distinción. Es inherente a la peculiar índole de ciertas categorías esenciales el que las esencias correspondientes sólo puedan darse por un lado, o por varios lados sucesivamente, pero nunca «por todos lados»; correlativamente tampoco se puede tener experiencia de las respectivas singularizaciones individuales, ni representárselas, sino en intuiciones empíricas inadecuadas, «por un solo lado». Esto vale para toda esencia referente a cosas, y bajo todos los puntos de vista de los componentes de la extensión o de la materialidad; más aún, mirando mejor (los análisis ulteriores lo harán evidente así), vale para todas las realidades en sentido estricto, con respecto a las cuales tomarán, ciertamente, las vagas expresiones «por un lado» y «por varios lados» significaciones precisas y se distinguirán diversas formas de inadecuación.
Por el momento bastará señalar que ya la simple forma espacial de la cosa física sólo puede darse, en principio, en meros «escorzos» visibles por un solo lado, y que, prescindiendo de esta inadecuación, que perdura a través de todo el curso y avance de intuiciones continuas, y a pesar de todo lo que se gane con éstas, toda propiedad física nos arrastra a secuencias infinitas de la experiencia; que toda multiplicidad empírica, por dilatada que sea, deja abiertas más y más y siempre nuevas determinaciones de la cosa, y así in infinitum.
Cualquiera que sea la índole de la intuición individual, adecuada o no, puede tomar el giro de la intuición esencial, y esta última tiene, sea adecuada o no, del modo correspondiente, el carácter de un acto en que se da algo. Pero esto implica lo siguiente: La esencia (eidos) es un objeto de nueva índole. Así como lo dado en la intuición individual o empírica es un objeto individual, lo dado en la intuición esencial es una esencia pura
No estamos aquí ante una analogía meramente artificial, sino ante una comunidad radical. También la intuición esencial es rigurosamente intuición, como el objeto eidético es rigurosamente objeto. La generalización de la pareja de conceptos correlativos «intuición» y «objeto» no es una ocurrencia caprichosa, sino forzosamente requerida por la naturaleza de las cosas. La intuición empírica, y especialmente la experiencia, es conciencia de un objeto individual, y en cuanto conciencia intuitiva «hace que se dé»; en cuanto percepción, hace que se dé originariamente, que la conciencia aprese el objeto «originariamente», en su identidad personal. Enteramente por igual es la intuición esencial conciencia de algo, de un «objeto», de un algo a que se dirige su mirada y que en ella «se da en sí mismo»; pero que luego cabe, en otros actos, «representarse», pensar vaga o distintamente, convertir en sujeto de predicaciones verdaderas o falsas -justo como todo «objeto» en el sentido necesariamente lato de la lógica formal.Todo posible objeto, o, dicho lógicamente, todo sujeto de posibles predicaciones verdaderas, tiene, justamente sus modos de presentarse a una mirada que se lo representa, lo intuye, en algunos casos lo alcanza en su «identidad personal», lo «aprehende» antes de todo pensar predicativo. La intuición esencial es también intuición, y es intuición en sentido plenario y no una mera y' quizá vaga representación; siendo así la esencia una intuición que se da originariamente o que aprehende ésta en su identidad «personal». Mas, por otra parte, es una intuición de índole en principio peculiar y nueva, a saber, frente a las formas de intuición que son correlativas de las objetividades de otras categorías, y en especial frente a la intuición en el estrecho sentido corriente, esto es, frente a la intuición individual.
Cierto que en la índole peculiar de la intuición esencial entra el tener por base un capital ingrediente de intuición individual, a saber, un comparecer, un ser visible lo individual, aunque no sea una aprehensión de esto, ni un ponerlo en forma alguna como realidad; cierto es que, a consecuencia de ello, no es posible ninguna intuición esencial sin la libre posibilidad de volver la mirada a algo individual que le corresponda y de desarrollar la conciencia de un ejemplar, como tampoco, a la inversa, es posible ninguna intuición individual sin la libre posibilidad de llevar a cabo una ideación y de dirigir la mira en ella a las correspondientes esencias que se ejemplifican en lo individualmente visible; pero esto no altera en nada la circunstancia de que las dos clases de intuiciones son en principio distintas, y en frases como las que acabamos de formular sólo se dan a conocer sus relaciones esenciales. A las distinciones esenciales entre las intuiciones corresponden las relaciones esenciales entre «existencia» (aquí, patentemente en el sentido de lo que existe individualmente) y «esencia», entre el hecho y el eidos. Siguiendo el hilo conductor de estas relaciones, aprehendemos con evidencia intelectual las esencias conceptuales correspondientes a estos términos y desde ahora coordinadas con toda precisión, a la vez que quedan pulcramente eliminadas todas las ideas, en parte místicas, adscritas principalmente a los conceptos eidos (idea), esencia [...].
§ 7. Ciencias de hechos y ciencias de esencias
La relación (ella misma eidética) que hay entre el objeto individual y la esencia, según la cual corresponde a cada objeto individual una esencia como su esencia, lo mismo que, a la inversa, responden a toda esencia individuos posibles, que serían los casos particulares y fácticos de ella, es el fundamento de una mutua relación paralela entre ciencias de hechos y ciencias de esencias. Hay ciencias de esencias puras, como la lógica pura, la matemática pura, la teoría pura del tiempo, la teoría pura, la teoría pura del espacio, la teoría pura del movimiento, etc. Estas ciencias son puras de todo poner hechos en todos sus pasos mentales; o lo que es equivalente, en ellas no puede tomar la función de fundamentación la experiencia en cuanto experiencia, esto es, en cuanto forma de conciencia que aprehende o pone la realidad o la existencia. Allí donde entra en función en ellas la experiencia, no entra en función, sin embargo, en cuanto experiencia. El geómetra que dibuja sus figuras en el encerado traza líneas fácticamente existentes en el encerado fácticamente existente. Pero su experimentar lo trazado, qua experimentar, no es en mayor medida que su trazar físicamente el fundamento de su intuir y pensar geométricos esenciales. De donde resulta que es lo mismo que al proceder así esté alucinado o no, o que, en lugar de dibujar realmente, se imagine sus líneas o construcciones en el mundo de la fantasía. Muy distinto es lo que pasa en el investigador de la naturaleza. Éste observa y experimenta, esto es, constata una existencia empírica, o el experimentar es para él un acto de fundamentación, que nunca sería reemplazable por un mero imaginar. Justo por ello son los conceptos de ciencia de hechos y ciencia empírica conceptos equivalentes. Mas para el geómetra que no investiga realidades, sino «posibilidades ideales», no relaciones reales, sino relaciones esenciales, es, en lugar de la experiencia, la intuición esencial, el acto de fundamentación última
Así en todas las ciencias eidéticas. En las relaciones esenciales (o los axiomas eidéticos), aprehensibles en una evidencia intelectual inmediata, se fundan las mediatas, que se dan en el pensar de evidencia intelectual inmediata, y que se dan en éste según principios que son de una evidencia intelectual absolutamente inmediata. Todo paso de fundamentación mediata es, según esto, apodíctica y eidéticamente necesario. Lo que constituye la esencia de la ciencia eidética pura es, pues, el proceder exclusivamente eidético, el no dar a conocer desde un principio, ni ulteriormente, más relaciones que aquellas que tienen validez eidética, o que puede hacerse que se den originariamente en forma inmediata (en cuanto inmediatamente fundadas en esencias originariamente intuidas), o que pueden «concluirse» de semejantes relaciones «axiomáticas» por medio de una inferencia pura.
Con esto se relaciona el ideal práctico de la ciencia eidética exacta, que en rigor únicamente ha sabido realizar la matemática más reciente: prestar a toda ciencia eidética el más alto grado de racionalidad, reduciendo todos los pasos mediatos del pensamiento a meras subsunciones bajo los axiomas del respectivo dominio eidético, conjugados sistemáticamente de una vez para todas, y, allí donde no se trata desde luego de la lógica «formal» o «pura» (en el sentido más amplio), de la mathesis universalis, acudiendo a todos los axiomas de esta última.
Y con esto se relaciona a su vez el ideal de la «matematización», que es como el ideal a que se acaba de hacer referencia, de gran significación epistemológico-práctica para todas las disciplinas eidéticas «exactas», cuyos conocimientos todos (como por ejemplo, los de geometría) están encerrados con necesidad puramente deductiva en la universalidad de unos pocos axiomas. Pero éste no es el lugar de ahondar en esta cuestión.
§ 8. Relaciones de dependencia entre la ciencia de hechos y la ciencia de esencias
Tras de lo anterior resulta claro que el sentido de la ciencia eidética excluye, en principio, todo tomar en cuenta resultados de las ciencias empíricas. Las tesis de realidad que aparecen en las afirmaciones inmediatas de estas ciencias corren a través de todas las mediatas. De hechos se siguen siempre sólo hechos.
Si, pues, toda ciencia eidética es independiente en principio de toda ciencia de hechos, es lo contrario lo que pasa con la ciencia de hechos. No hay ninguna que, plenamente desarrollada como ciencia, pueda ser pura de conocimientos eidéticos y, por ende, pueda ser independiente de las ciencias eidéticas, ya formales, ya materiales. Pues, en primer lugar, es comprensible de suyo que una ciencia empírica, siempre que lleva a cabo fundamentaciones mediatas de esencias, tiene que proceder con arreglo a los principios formales de que trata la lógica formal. En general y dado que se dirige, como ciencia, a objetos, tiene que estar sujeta a las leyes inherentes a la esencia de la objetividad general. Con esto entra en relación con el complejo de las disciplinas ontológico-formales, que abarca, junto a la lógica formal en sentido estricto, las restantes disciplinas de la mathesis universalis formal (o sea, también la aritmética, el análisis puro, la teoría de la multiplicidad). A esto se añade, en segundo término, que todo hecho implica un contenido esencial material y toda verdad eidética inherente a las ciencias puras encerradas en este contenido da forzosamente una ley a que está sujeto el caso singular fáctico y dado, lo mismo que todo caso singular posible en general.
Ideas para una fenomenología pura y una fenomenología fenomenológica, en F. Canals, Textos de los grandes filósofos: edad contemporánea, Herder, Barcelona 1990, p.189-194. |