Cuando hablamos de yo, o de sustancia,debemos tener una idea conectada con esos términos, pues de lo contrario serían absolutamente ininteligibles. Toda idea se deriva de impresiones precedentes, pero no tenemos impresión alguna de un yo o sustancia como algo simple e individual. Luego no tenemos idea alguna de esas cosas en ese sentido. [...]
Cuando vuelvo mi reflexión sobre mí mismo,nunca puedo percibir este yo sin una o más percepciones; es más, no puedo percibir nunca otra cosa que las percepciones. Por tanto, es la composición de éstas la que forma el yo.
Podemos concebir que un ser pensante tenga muchas o pocas percepciones. Supongamos que la mente se reduzca a un nivel más bajo que el de la vida de una ostra. Supongamos que no tenga sino una sola percepción: la de sed o hambre. Examinemos la mente en esta situación: ¿Concebiréis alguna otra cosa allí que la mera percepción? ¿Tendréis alguna noción de yo o sustancia? Y si en este caso concreto no la tenéis, la adición de otras percepciones no podrá daros nunca tal noción.
Tratado de la naturaleza humana,Apéndice (Editora Nacional, Madrid 1977, vol.2, p. 885-886) |