En Fichte el límite se reengendra constantemente; pero, en cuanto que el Yo siente la necesidad de romper esta barrera, reacciona contra ella y se concede, así, una quietud dentro de sí mismo: ésta debe ser concreta, pero sólo es una quietud negativa. Esta primera forma, la de la ironía, tiene como exponente a Friedrich von Schlegel. Aquí, el sujeto se sabe dentro de sí como lo absoluto, y todo lo demás es vano para él; todas las determinaciones que se forma acerca de lo recto y de lo bueno, las destruye de nuevo. Puede fingirlo todo; pero da pruebas solamente de vanidad, de hipocresía y de insolencia. La ironía conoce su maestría sobre todo contenido; no toma en serio nada y juega con todas las formas.
Lecciones sobre la historia de la filosofía, F.C.E., México 1955, vol. 3, p.482. |