Habitación 217

Extractos de obras

http://www.amazon.es/Habitaci%C3%B3n-217-Asia-lafant-ebook/dp/B00JRDXT90/ref=sr_1_2?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1411113807&sr=1-2

∞ Capítulo 1 ∞

   VIERNES
   
   La mujer está poniendo en orden sus cajones de ropa interior. 
   A mí personalmente me parece un acto absurdo, puesto que ya antes de vaciarlos estaban en orden. 
   Pero como soy consciente de que es un sueño, no puedo buscarle un sentido real y lógico. 
   El caso es que ahora, sobre su cama, están desparramados sujetadores, braguitas y calcetines de colores. 
   Ella, sentada junto al cajón, también sobre la cama, se dedica cuidadosamente a doblarlos 

con esmero y a dejarlos, casi podría decir que por colores, en fila dentro del cajón.

   Veo sus manos, blancas y de una piel que parece tremendamente suave, como juegan con las 

diferentes telas. No puedo entrar en su mente, pero por la lentitud de sus movimientos me parece constatar que está relajada.

   Ha terminado por fin con estas prendas y vuelve a colocar el cajón, bien empotrado, 

en su lugar de origen. Ahora abre el armario y mira detenidamente toda su ropa. Como mis ojos son los suyos en el sueño, puedo ver claramente que tiene muy buen gusto para vestirse, aparte de ser muy ordenada y organizada.

   Cada pantalón está colgado junto a una blusa, y en cada percha también cuelga un cinturón 

que tiene los colores adecuados para hacer juego con las dos prendas.

   También hay faldas y jerséis todos ellos combinados a la perfección, incluso con las 

medias adecuadas. Se decanta por un vestido oscuro que parece elegante, aunque el cinturón, los pendientes y el colgante que lo acompañan en la percha, hacen que en general el conjunto sea moderno dentro de la elegancia.

   Lo deja suavemente sobre la cama, ahora vacía, y se dirige al otro armario. Coge una toalla 

y eso me da a entender que ahora es el momento de asearse.

   Hace ya tiempo que no me siento incómoda por soñar con momentos íntimos de otras personas 

sin nombre. Al contrario, me dejo llevar por el momento y disfruto, si es el caso, de cada sueño.

   Sin buscarle un motivo ni un porqué al día siguiente.
   Sus manos ahora están probando el agua para buscar la temperatura perfecta y cuando la han 

encontrado, pone el tapón a la bañera y un gran chorro de gel a lo largo y ancho de ella.

   El contacto del agua con éste provoca que se empiecen a formar pequeños montículos de espuma blanca. 
   Sus dedos se hunden en ellos y los pasea lentamente acariciando la suavidad. A mí siempre me da 

la impresión de estar tocando las nubes del cielo.

   Siempre he pensado que la espuma debe ser lo más parecido a las nubes.
   La mujer se incorpora y se vuelve hacia el espejo. Por fin puedo verle el rostro. 
   Es realmente hermosa. Tiene una piel fina y blanca, como la de sus manos. Su cara es ovalada 

y ahora mismo probablemente por el calor que desprende el agua que poco a poco va llenando la bañera, está acariciada por unas mejillas sonrojadas que descansan sobre unos pómulos altos y definidos.

   Su mirada, oscura como la noche bajo unas pestañas largas y curvadas, está vacía. Eso me provoca 

una cierta inquietud porque no acompaña a todas las sensaciones que estaba sintiendo en este sueño. Esperaba encontrar una mirada tranquila, quizás pícara, relajada… Pero en ningún momento vacía.

   Sin dejar de mirar a un punto indefinido del espejo, se recoge el largo pelo negro y rizado 

en una coleta improvisada, para luego volver a soltarse la cabellera y decidirse por dejarla así.

   Se agacha a buscar algo en uno de los pequeños y ordenados armarios del cuarto de baño, y una 

vez que lo tiene en la mano lo identifico con un bote de pastillas. Supongo que debe tener algún tipo de dolor, pero mi suposición se desvanece cuando veo con sus propios ojos como poco a poco va depositando pastilla tras pastilla en la palma de su mano, y así, una detrás de otra, las va ingiriendo.

    Este sueño no me gusta. Estoy empezando a tener un mal presentimiento y noto como mi corazón 

empieza a inquietarse. Intento decirme a mí misma que he de despertarme, que es otra pesadilla, pero sé que cuando estoy soñando, aún consciente de ello, me es imposible despertar cuando yo quiero.

   Escucho como una especie de sirena a lo lejos, algo parecido a una alarma que parece indicarme 

que es el momento cumbre del sueño. Me remuevo y la sirena desaparece al mismo tiempo que uno de los pies de la mujer prueba el agua que todavía sigue llenando la bañera a punto ya de rebosar.

   Parece que la temperatura es de su agrado porque sin demora introduce el otro pie, y con la misma lentitud de una película 

que va sustituyendo la pausa por la puesta en marcha, se sumerge entera dejando solo la cabeza fuera. El agua se desborda y hace un ruido seco al chocar con las baldosas. “¿Por qué no cierra el grifo?”

   Estoy empezando a moverme mucho entre las sábanas de mi cama, pero aún así no logro despertar. 
   Al contrario, parece que cada vez estoy más y más relajada, hasta que por fin incluso dejo ya 

de moverme en mi sueño.

   Un escalofrío me recorre de arriba a abajo cuando me doy cuenta de que en realidad quien se 

está relajando es la mujer en la que estoy atrapada. Noto su sopor, su tranquilidad.

  Siento como sus párpados pesan y luchan por cerrarse lentamente. También las manos, y con ellas 

los brazos, se han relajado a tal punto que es casi imposible alzarlas, y por ello descansan, fláccidas, en el fondo de la bañera.

    “¿Qué haces? ¡No te duermas! ¿Y el vestido, el cinturón, los pendientes y el colgante? 

¿Por qué preparaste la ropa si ahora te estás…? ¿Se está quitando la vida? ¡Despierta!”

   Pero es imposible. Su rostro ya está empezando a hundirse bajo la espuma y el agua caliente. 
   Su pelo parece flotar en el agua formando figuras indefinidas negras y largas. Sus párpados 

por fin han ganado la batalla y están cerrados y yo… yo estoy empezando a ahogarme y a removerme de nuevo entre mis sábanas.

   Escucho de nuevo la sirena. Una y otra vez ese sonido que retumba en mi cabeza y me está sacando 

de esa sensación de flotar entre nubes, de no pesar nada, de ahogo relajado en el que la mujer está entrando…

   Abro los ojos a la par que respiro una y otra vez con la boca completamente abierta. Siento el 

sudor en mi frente y en casi todo mi cuerpo. Si no fuera imposible, casi diría que estoy tan mojada que parece que haya salido de una bañera. …

Doc-20140919080110.jpg