Existe un solo dios [...]. Siempre permanece en el mismo lugar, sin moverse para nada, ni le es adecuado cambiar de un sitio a otro, sino que, sin trabajo, mueve todas las cosas son el solo pensamiento de su mente.
Todo él ve, todo él piensa y todo él oye.
Fragmentos 173-175 (en G.S. Kirk y J.E. Raven, Los filósofos presocráticos, Gredos, Madrid 1969, p. 242). |