Por lo demás, creo que se podría añadir a esto un invento, tanto para componer las palabras primitivas de esta lengua como para sus caracteres, de modo que podría ser enseñada en muy poco tiempo, por medio precisamente del orden, es decir, estableciendo un orden entre todos los pensamientos que pueden estar en el espíritu humano, por la misma razón de que ya existe uno establecido de forma natural entre los números. Y así como es posible aprender en un solo día todos los números hasta el infinito y a escribirlos en un lenguaje desconocido [...] que sea también posible hacer lo mismo con todas las demás palabras necesarias para expresar todo cuanto pasa por el espíritu de los hombres. [...] La invención de este lenguaje depende de la verdadera filosofía, porque es de otra forma imposible enumerar todos los pensamientos de los hombres y ponerlos en orden o siquiera distinguirlos de modo que lleguen a ser claros y distintos, que es desde mi punto de vista el mayor secreto de que se puede disponer para llegar a la verdadera ciencia. Y si alguien lograra explicar cuáles son las verdaderas ideas simples que se hallan en la imaginación de los hombres, de las que se componen todo lo que éstos piensan, y esto fuera admitido por todo el mundo, me atrevería a esperar como consecuencia de ello una lengua universal, muy fácil de aprender, pronunciar y escribir y, lo que es más importante, que ayudaría a razonar, al representarse con tanta claridad todo, que sería casi imposible que el razonamiento pudiera equivocarse.
Carta a Mersenne, 20 de noviembre de 1629(Descartes, Oeuvres philosophiques, 3 vols., Garnier, París 1963, vol. 1, p. 230-231). |