Porque mi invención comprende el uso de la razón entera, un juicio para las controversias, un intérprete de nociones, una balanza para las probabilidades, una brújula que nos guiará a través del océano de las experiencias, un inventario de las cosas, una tabla de los pensamientos, un microscopio para examinar las cosas presentes, un telescopio para adivinar las lejanas, un cálculo general, una magia inocente, una cábala no quimérica, una escritura que cada uno leerá en su propia lengua; y, finalmente, una lengua que se podrá aprender en pocas semanas, y que en seguida se extendería por todo el mundo. Y que llevaría consigo, adonde quiera que fuese, la verdadera religión.
G.W. Leibniz, Carta, 1679, citado por U. Eco, La búsqueda de la lengua perfecta, Crítica, Grijalbo-Mondadori, Barcelona 1993, p. 11-12. |