Un método es un procedimiento regular, explícito y repetible para lograr algo,sea material, sea conceptual.La idea de método es antiquísima, la del método general -aplicable a un vasto conjunto de operaciones- lo es menos. Parece surgir, como muchas otras ideas de extrema generalidad, en el período clásico griego.[...]
Pero el conceptogeneral de método no se consolida y populariza hasta comienzos del siglo XVII, al nacer la ciencia moderna. Los primeros pensadores modernos de gran estatura e influencia que propugnan la adopción de métodos generales para lograr avances en el conocimiento son Bacon y Descartes. Para Bacon el método científico es un conjunto de reglas para observar fenómenos e inferir conclusiones a partir de dichas observaciones. El método de Bacon es, pues, inductivo. Las reglas de Bacon eran sencillas a punto tal que cualquiera que no fuese un deficiente mental podía aprenderlas y aplicarlas. Eran también infalibles: bastaba aplicarlas para hacer avanzar la ciencia.
Naturalmente, ni Bacon ni ningún otro logró jamás contribuir a la ciencia usando los cánones inductivos -ni los de Bacon ni los de Mill ni de ningún otro. Sin embargo, la idea de que existe tal método, y que su aplicación no requiere talento ni una larga preparación previa, es tan atractiva que todavía hay quienes creen en su eficacia. Esta creencia acrítica suele ser tan acendrada que quienes la sustentan no se preguntan si posee un soporte inductivo. La llamaremos metodolatría.
Descartes, que a diferencia de Bacon era un matemático y científico de primera línea,no creía en la inducción sino en el análisis y la deducción. A la par que Bacon exageraba la importancia de la experiencia ordinaria e ignoraba la experimentación y la existencia de teorías, en particular de teorías matemáticas, Descartes menospreciaba la experiencia. En efecto, para Descartes se debía poder partir de principios supremos, de naturaleza metafísica y aun teológica, para obtener de ellos verdades matemáticas y verdades acerca de la naturaleza del hombre.
Leibniz, en las postrimerías del siglo XVII, se quejaba de que el método de Descartes servía tan sólo una vez que se habían hallado las verdades primeras. Y pedía que, al método del análisis, se agregara el método de invención, o ars inveniendi, de esas verdades iniciales. Por supuesto que ni Leibniz ni ningún otro fue capaz de inventar un método de invención. Ello no obsta para que, de vez en cuando, aparezca algún filósofo ingenuo que habla acerca de las grandes virtudes del arte de la invención. También ésta es una forma de metodolatría.
La ciencia natural moderna nace al margen de estas fantasías filosóficas. Su padre, Galileo, no se conforma con la observación pura (teóricamente neutra) ni con la conjetura arbitraria. Galileo propone hipótesis y las pone a prueba experimental. Funda así la dinámica moderna, primera fase de la ciencia moderna. Galileo se interesa vivamente por problemas metodológicos, gnoseológicos y ontológicos: es un científico y un filósofo y, por añadidura, un ingeniero y un artista del lenguaje. Pero no pierde su tiempo proponiendo cánones metodológicos. Galileo engendra el método científico moderno, pero no enuncia sus pasos ni hace propaganda de él. Acaso porque sabe que el método de una investigación es parte de ésta, no algo que pueda desprenderse de ella.
Desde Galileo se han introducido varias modificaciones al método científico. Una de ellas es el control estadístico de los datos. Ya no se toman todos los datos por buenos: corregimos la experiencia, adoptando promedios o medianas y eliminando los datos que parecen irrazonables (en particular los que se desvían más de tres desviaciones cuadráticas medias).
Y, a la par que nos hemos vuelto más intolerantes o exigentes para con los datos empíricos, nos hemos vuelto más tolerantes para con las teorías. Esto se debe a que las teorías se han tornado más refinadas y por lo tanto más difíciles de contrastar empíricamente.
Epistemología, Ariel, Barcelona 1980, p. 29-30. |