Desde la antigüedad el león ha sido considerado el rey de los animales, al igual que el águila es la reina de las aves, el oro el rey de los metales, el corazón, el órgano fundamental del cuerpo y el sol, el centro de los planetas. Como todo símbolo es ambivalente, pues es tanto la imagen del poder y la nobleza como de la fuerza bruta o del fuego de las pasiones. Un fuego que necesita ser templado por su semejante celeste, representado por una virgen como aparece en la carta del Tarot llamada, La Fuerza. En ella se ve como una dama celeste, pues va vestida de azul, puede dominar sin ningún esfuerzo a la terrible bestia. Por eso, en alquimia simboliza al “fijo” que debe atraer a su correspondiente “volátil”, que en muchos grabados aparece también representado como un león, pero alado. De la lucha y posterior integración de ambos resultará la Piedra filosofal. Representa el signo del zodíaco de Leo que se sitúa en mitad del verano y que está regido por el elemento fuego. Aparece como una de las cuatro figuras que conforman el Pantocrátor y simboliza al evangelista Marcos.