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Claustro del monasterio de Santa María de Pedralbes, siglo XIV

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El jardín representa simbólicamente la naturaleza ordenada por el hombre, en el sentido de que ya no es una selva oscura e impenetrable sino un lugar creado para la meditación y el reposo del espíritu. Los claustros medievales son el ejemplo perfecto del Jardín de Edén, es decir, del Paraíso. Esta imagen se reencuentra en el Cantar de los cantares del rey Salomón, cuando el amante dice a su amada: “Jardín cerrado eres, hermana mía, esposa mía; fuente cerrada, fuente sellada” (4, 12). La influencia del Cantar de los cantares en la cultura occidental ha vivificado el símbolo del jardín como el lugar de encuentro de los amantes. También es el lugar donde se encuentra la naturaleza y el arte, o dicho de otro modo, es también símbolo del lugar donde el cielo o naturaleza se une con la tierra o el arte. Es también un símbolo femenino en el que la fuente central que lo riega y lo vuelve fecundo, representa lo masculino