Simbólicamente la creación es el lugar en el que el Creador se contempla y, al contemplarse, se conoce. Sucede lo mismo con el hombre, quien al verse reflejado sabe cuál es su identidad, pero también su engaño. Por eso el espejo que Venus sostiene y el que utiliza Narciso para enamorase de sí mismo son símbolos de la vanidad. Sin embargo, en otras ocasiones, el espejo es el lugar de la visión del mundo invisible; entonces se convierte en el “espejo mágico”, que los magos utilizan para promover apariciones o para que los espíritus puedan manifestarse. El libro de Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, se recoge esta tradición, pues todo comienza cuando Alicia “penetra” dentro del espejo. En los tratados de alquimia se utiliza este símbolo para designar al Mercurio corporificado. Es también un paso o una puerta abierta al mundo de los muertos. Antiguamente cuando alguien moría, los espejos de las habitaciones se cubrían con una tela o se ponían del revés, para evitar que el muerto pudiera volver del reino de las sombres y aparecerse a alguien de la casa. Según Cesare Ripa: “El espejo nos enseña que la verdad sólo se encuentra en toda su per¬fección si el intelecto concuerda enteramente con las cosas inteligibles, del mismo modo que el espejo es bueno cuando devuelve la verdadera forma de las cosas que en su superficie se reflejan, siendo indicio la balanza de la misma igualdad y equivalencia.”