Es una forma geométrica básica, junto con el triángulo y el cuadrado, y, por consiguiente, un símbolo fundamental. Su importancia se debe a que es la imagen de la Totalidad, la manifestación del Ser a partir del centro. No tiene ni comienzo ni final por eso simboliza el devenir como un eterno retorno, que tanto significa la rueda del samsara en la tradición hindú (ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento), como la superación del dualismo representado por el Yin y el Yang, según la tradición china. Simboliza la bóveda celeste por oposición al cuadrado que representa la tierra. Es una imagen del universo y del movimiento de los astros (unus-versus: 'que gira en un sentido'). Este movimiento se reproduce en múltiples ritos, pero principalmente en las danzas sagradas, como la Danza del Sol de los indios americanos, o las de los derviches de Konya. También representa el vacío, tal como lo describe la escritura japonesa con el carácter ensó [ver figura] que vale tanto para representar movimiento y el universo como para ser el símbolo del vacío primordial. El círculo con el punto central indican el origen y la manifestación en toda su extensión. En astrología, es el signo del sol.
Bibliografía sobre el concepto
- Parès, R., Pascalianas. Los tres niveles del pensamiento. Herder, Barcelona, 2009.