Russell: conocimiento directo y conocimiento proposicional

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Extractos de obras

La palabra «conocer» se usa en dos sentidos diferentes: 1º En la primera acepción es aplicable a la clase de conocimiento que se opone al error, en cuyo sentido es verdad lo que conocemos. Así se aplica a nuestras creencias y convicciones, es decir, a lo que denominamos juicios.En este sentido de la palabra sabemos que algo es el caso. Esta clase de conocimiento puede ser denominada conocimiento de verdades.2º En la segunda acepción de la palabra «conocer», se aplica al conocimiento de las cosas, que podemos denominar conocimiento directo. En este sentido conocemos los datos de los sentidos. (Esta distinción corresponde aproximadamente a la que existe entre savoir y connaitre en francés, o entre wissen y kennen en alemán).

Así la proposición que parecía un axioma, una vez restablecida, se convierte en la siguiente: «No podemos enunciar un juicio verdadero sobre la existencia de algo si no lo conocemos directamente». Lo cual no es en modo alguno un axioma, sino, al contrario, una palpable falsedad. No tengo el honor de conocer directamente al emperador de China, pero juzgo, con razón, que existe. Se puede decir, naturalmente, que lo juzgo así porque otros lo han conocido directamente. Pero sería una observación irrelevante, porque si el principio fuese verdadero, no podría saber que otros tienen un conocimiento directo de él. Es más: no hay razón alguna para que no conozca la existencia de algo que nadie haya conocido de un modo directo. Este punto es importante y exige una explicación.

Si conozco directamente que algo existe, este conocimiento directo me proporciona el conocimiento de que algo existe. Pero no es verdad, recíprocamente, que para que pueda saber que algo determinado existe, yo o alguien deba haber conocido directamente la cosa. Lo que ocurre, cuando enuncio un juicio verdadero sin conocimiento directo, es que la cosa me es conocida por descripción o referencia [conocimiento proposicional], y que, en virtud de algún principio general, la existencia de la cosa correspondiente a esta descripción puede ser inferida de algo que conozco directamente.

Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona 1978, 5ª ed., p. 43-45.