Nietzsche: el eterno retorno como selección

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Extractos de obras

Vamos a suponer que cierto día o cierta noche, un demonio se introdujera furtivamente en la soledad más profunda y te dijera: «Esta vida, tal como tú la vives y la has vivido tendrás que vivirla todavía otra vez y aun innumerables veces; y se te repetirá cada dolor, cada placer y cada pensamiento, cada suspiro y todo lo indeciblemente grande y pequeño de tu vida. Además todo se repetirá en el mismo orden y sucesión... y hasta esta araña y este claro de luna entre los árboles y lo mismo este instante y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia se le dará la vuelta siempre de nuevo, y tú con él, corpúsculo de polvo». ¿No te echarías al suelo, rechinarías los dientes y maldecirías al demonio que así te hablase? O puede que hayas tenido alguna vez la vivencia de un instante prodigioso en el que responderías: «¡tú eres un dios y nunca oí nada más divino!». Si aquel pensamiento llegase a apoderarse de ti, te trasformaría como tú eres y acaso te aplastaría. Se impondría como la carga más pesada en todo tu obrar la pregunta a cada cosa y a cada paso: «¿quieres que se repita esto otra vez y aun innumerables veces?». O ¿cómo tendrías tú que ser bueno para ti mismo y para la vida, no aspirando a nada más que a confirmar y sellar esto mismo eternamente?

El Gay Saber, Narcea, Madrid 1973, p. 344-5.

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Los dos mayores puntos de vista filosóficos (descubiertos por los alemanes), unidos por mí de modo decisivo, son:

a) el del devenir de la evolución;

b) el del valor de la existencia (pero antes tendrá que superarse la miserable forma del pesimismo alemán).

Todo deviene y todo retorna, ¡nadie escapa a ese movimiento! Suponiendo que nos fuera posible juzgar el valor, ¿qué conseguiríamos? La idea del Retorno como principio de selección al servicio de la fuerza (¡y de la barbarie!).

¿La humanidad está madura para semejante pensamiento?

En torno a la voluntad de poder. Península, Barcelona 1983, p.145.

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La inocencia del devenir.

¡Cuánto tiempo me he esforzado en demostrarme a mí mismo la absoluta inocencia del devenir! ¡Y por qué extraños caminos no he tenido que pasar! Ora creía haber hallado la auténtica solución decretando: a la existencia, por ser de la misma naturaleza que la obra de arte, escapa al dominio del mundo de las apariencias.» Ora decía: «Toda noción de error no tiene valor objetivo alguno, pero subjetivamente toda vida es, necesariamente, injusta e ilógica». Ora llegaba a negar todo fin y a experimentar la incognoscibilidad de todas las relaciones causales. ¿Y para qué todo eso? ¿No era, pues, para lograr sentir mi completa irresponsabilidad, para escapar a todo elogio y a toda censura, a todo el pasado y a todo el presente, y para perseguir mis fines a mi manera?

En torno a la voluntad de poder. Península, Barcelona 1983, p.138.

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El eterno retorno como selección

1. El pensamiento del Eterno Retorno: si es verdadero, sus postulados también deben serlo. Consecuencias de este pensamiento.

2. El pensamiento más grave: sus efectos probables, a menos que no sean previstos, o sea, a menos que no se transmuten todos los valores.

3. Los medios para soportarlo: transmutación de todos los valores. No buscar el placer en la certidumbre, sino en la incertidumbre: en vez de «causa» y «efecto», creación continua; no la voluntad de conservar sino de dominar; no más esta humilde locución: «¡Todo es subjetivo!», sino esta afirmación: «¡Todo es también obra nuestra! ¡Estamos orgullosos de ello!» (Voluntad de Poder, libro IV, § 235.)

Tenemos necesidad de una doctrina lo suficientemente fuerte como para ejercer una acción selectiva: dando más fuerza a los fuertes, paralizando y quebrantando a los que están cansados de la vida.

Destrucción de las razas decadentes. Decadencia de Europa. Destrucción de los valores de los esclavos. -La dominación planetaria: medio para producir un tipo superior. -Destrucción de la hipocresía llamada «moral» (el cristianismo concebido como una forma histérica de la sinceridad: San Agustín, Bunyan).-Abolición del sufragio universal, sistema gracias al cual las naturalezas inferiores imponen su ley a las superiores. -Destrucción de la mediocridad y de su influencia. (Los exclusivos, los aislados -los pueblos; lograr la profusión natural apareando los contrarios; mezclas de razas a este efecto.) -El nuevo coraje -en vez de verdades aprióricas (las que buscarían quienes están acostumbrados a creer), una libre subordinación a un pensamiento dominante para un tiempo dado, por ejemplo, el tiempo concebido como una cualidad del espacio, etc. (Voluntad de Poder, libro IV, § 225.)

En torno a la voluntad de poder, Península, Barcelona 1973, p.156-157.