Newton: no imagino hipótesis

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Extractos de obras

Hasta aquí he explicado mediante la fuerza gravitatoria fenómenos de los cielos y de nuestro mar, pero aún no he asignado la causa de la gravedad. Ciertamente esta fuerza procede de alguna causa que penetra hasta el centro del sol y de los planetas, sin que disminuya su poder; y que actúa, no en proporción a la magnitud de las superficiesde las partículas en que actúa (como suelen hacerlo las causas mecánicas), sino en proporción a la cantidad de materia maciza; y cuya acción se extiende ciertamente a distancias inmensas, disminuyendo siempre en razón cuadrada de las distancias. La gravedad hacia el sol se compone de las gravedades hacia cada una de las partículas del sol, y al apartarse del sol disminuye exactamente en razón cuadrada de las distancias hasta la órbita de Saturno, como es manifiesto por estar en reposo los afelios de los planetas, y hasta los más remotos afelios de los cometas, si es que estos afelios están en reposo. Pero la razón por la que la gravedad tiene estas propiedades no he podido aún deducirla de los fenómenos y yo no imagino hipótesis. Pues todo lo que no se deduce de los fenómenos, se ha de llamar hipótesis; y las hipótesis, sean metafísicas o físicas, o de cualidades ocultas o mecánicas, no tienen cabida en la filosofía experimental. En esta filosofía las proposiciones se deducen de los fenómenos, y se generalizan por inducción. Así se conocen la impenetrabilidad, la movilidad y el ímpetu de los cuerpos, y las leyes del movimiento y de la gravedad. Basta con que la gravedad exista realmente, y actúe según las leyes que hemos expuesto, y sea suficiente para explicar todos los movimientos de los cuerpos celestes y de nuestro mar.

Permítasenos añadir ahora algunas cosas sobre cierto espíritu sutilísimo que penetra los cuerpos densos y está oculto en ellos; por su fuerza y acciones las partículas de los cuerpos se atraen unas a otras a distancias muy pequeñas, y al ponerse en contacto se adhieren; y los cuerpos eléctricos actúan a distancias mayores, sea por repulsión sea por atracción de los corpúsculos próximos; y la luz es emitida, reflejada, dispersada, refractada, y calienta los cuerpos; y toda sensación se excita y los miembros de los animales se mueven a voluntad, justamente por las vibraciones de ese espíritu propagadas por los capilares macizos de los nervios, de los órganos externos de los sentidos al cerebro y del cerebro a los músculos. Pero estas cosas no pueden declararse brevemente; ni hay una abundancia suficiente de experiencias mediante las que puedan determinarse y demostrarse exactamente las leyes de las acciones de este espíritu.

Principios matemáticos de la filosofía natural, Escolio general (Antología mínima, Selección y trad. De M. García Doncel, Publicaciones del Grupo de Física y Filosofía de Santa Coloma de Gramenet, 1987, p. 46).