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El Yo pienso tiene que poder acompañar todas mis representaciones. De lo contrario, sería representado en mí algo que no podría ser pensado, lo que equivale a decir que la representación, o bien sería imposible o, al menos, no sería nada para mí. La representación que puede darse con anterioridad a todo pensar recibe el nombre de intuición. [...] La llamo apercepción pura para distinguirla de la empírica, o también apercepción originaria, ya que es una autoconciencia quel, al dar lugar a la representación Yo pienso (que ha de poder acompañar a todas las demás y que es la misma en toda conciencia), no puede estar acompañada por ninguna representación. Igualmente, llamo a la unidad de apercepción la unidad trascendental de la autoconciencia, a fin de señalar la posibilidad de conocer a priori partiendo de ella.
Título | Crítica de la razón pura, |
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