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«La finalidad de las consideraciones hechas hasta aquí era hacer la exégesis ontológico-existenciaria del todo original del «ser ahí» fáctico, en lo que respecta a las posibilidades del existir propio e impropio, desde su fundamento. Este fundamento, y por ende el sentido del ser de la cura, se reveló ser la temporalidad. De donde que las aportaciones de la analítica existenciaria preparatoria del «ser ahí» anteriores al encuentro de la temporalidad, hayan quedado recogidas en la estructura original de la totalidad del ser del «ser ahí», en la temporalidad. Las analizadas posibilidades de temporación del tiempo original han dado a las estructuras anteriormente tan sólo «puestas de manifiesto» su «fundamentación». Sin embargo, la exposición de la constitución del ser del «ser ahí» sigue siendo sólo un camino. La meta es el desarrollo cabal de la cuestión del ser en general. La analítica temática de la existencia ha menester, por su parte, de la luz de la idea previamente acabada del ser en general. Así es señaladamente cuando se erige en principio de toda investigación filosófica la tesis formulada en la introducción: la filosofía es la ontología fenomenológica universal que, partiendo de la hermenéutica del «ser ahí» y como analítica de la existencia, ata el cabo del hilo conductor de toda cuestión filosófica a aquello de donde surge y adonde torna. Pero tampoco esta tesis debe tomarse como un dogma, sino como el enunciado del fundamental problema todavía «embozado»: ¿admite la ontología fundamentarse ontológicamente, o también para ello ha menester de un fundamento óntico, y qué ente debe asumir la función de fundamentarla?.
Algo tan evidente como la diferencia entre el ser del «ser ahí» existente y el ser de los entes que no tienen la forma de ser del «ser ahí» (la «realidad», por ejemplo), sólo es el punto de partida de los problemas de la ontología, no nada en que la filosofía pueda reposar. Que la ontología antigua trabaja con «conceptos de cosas», y que se corre el peligro de «hacer de la conciencia una cosa», es punto que se conoce hace mucho. Pero ¿qué significa hacer de algo una cosa? ¿De dónde surge semejante operación? ¿Por qué se «concibe» el ser justo «inmediatamente» por lo «ante los ojos», y no por lo «a la mano», pese a ser esto aún más inmediato? ¿Por qué se impone una y otra vez el imperio de este hacer de algo una cosa? ¿Cómo está estructurado positivamente el ser de la «conciencia» para que resulte incongruente con él el hacer de la conciencia una cosa? En general, ¿basta la «distinción» de «conciencia» y «cosa» para desarrollar originalmente los problemas ontológicos? ¿Nos saldrán al encuentro las respuestas a estas preguntas? ¿Cabe siquiera buscar la respuesta, mientras siga sin plantear ni aclarar la cuestión del sentido del ser en general?.
El origen y la posibilidad de la «idea» del ser en general jamás pueden indagarse con los medios de una «abstracción» lógico-formal, es decir, sin un seguro horizonte dentro del cual preguntar y responder. Se trata de buscar un camino que lleve a esclarecer la cuestión ontológico-fundamental -y de recorrerlo. Si es el único, o en general el recto, es cosa que no puede decidirse sino después del recorrido. La disputa sobre la exégesis del ser no puede aplacarse -porque ni siquiera está todavía desatada. Y en último término no se deja «armar», sino que ya el desatarla ha menester de aprestos. Hacia tal meta tan sólo se halla la presente investigación en camino. ¿Dónde se encuentra al presente?
Lo que se dice «ser» es abierto en la comprensión del ser que es inherente como comprender al «ser ahí» existente. El previo, si bien no conceptual, «estado de abierto» del ser hace posible que el «ser ahí» pueda, en cuanto existente «ser en el mundo», conducirse relativamente a entes, así a los que hacen frente dentro del mundo como a sí mismo. ¿Cómo es un comprender el ser, en el sentido de un comprender que abre, posible bajo la forma de ser del «ser ahí»? ¿Puede la pregunta lograr su respuesta retrocediendo a la constitución original del ser del «ser ahí», que comprende el ser? La constitución ontológico-existenciaria de la totalidad del «ser ahí» tiene su fundamento en la temporalidad. Por consiguiente, ha de ser un modo original de temporación de la temporalidad extática lo que haga posible también la proyección extática del ser en general. ¿Cuál es la exégesis de este modo de temporación de la temporalidad? ¿Lleva algún camino desde el tiempo original hasta el sentido del ser? ¿Se revela el tiempo también horizonte del ser?.
El ser y el tiempo, F.C.E., México 1974, 5ª § 83, p.. 469-471. |