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Si intentamos ahora recoger y juzgar las garantías de realidad de las doctrinas de la relatividad, no podremos impedir la sensación de que son bastante escasas y que se basan en fenómenos poco numerosos y de agudeza desconcertante. Los realizadores se apartan de estas doctrinas, porque según ellos la realidad no puede esperar, hay que cogerla inmediatamente en su primer fenómeno y comprobarla con las dimensiones de la experiencia positiva. De este modo la experiencia es apremiante y perentoria. Por el contrario los relativistas pretenden hacer un sistema de su libertad espiritual de organizar su prudencia: en primer lugar sólo quieren aprender de los caracteres completamente asimilables por sus métodos de referencia, confesando pues que no están dispuestos a ligarse a toda la realidad; además pondrán todo su interés en relacionar fenómenos con los razonamientos suficientes, haciendo prevalecer la objetivación sobre la objetividad.
Efectivamente, es erróneo querer ver en lo real la determinante de la objetividad, cuando en realidad sólo se puede aportar la prueba de una objetivación correcta. «La presencia de la palabra real, como muy bien dice Campbell, significa siempre el peligro de confundir el pensamiento.» Si se quiere conservar la clarividencia hay que conseguir plantear el problema sistemáticamente en términos de objetivación, más que en términos de objetividad. Determinar un carácter objetivo no significa definir un absoluto, sino probar que se aplica correctamente un método. Se argumentará que el carácter descubierto es objetivo porque pertenece al objeto, y que sólo se proporcionará la prueba de su objetividad con relación a un método de objetivación. La razón expuesta es gratuita, la prueba, por el contrario, es positiva. Creemos, pues, que es mejor no hablar de una objetivación de lo real sino de la objetivación de un pensamiento en busca de lo real. La primera expresión conduce a una metafísica, la segunda es más susceptible de seguir el esfuerzo científico de un pensamiento. Precisamente la relatividad [...] nos parece uno de los esfuerzos más metódicos del pensamiento para alcanzar la objetividad.
Esta modificación en la dirección del proceso de objetivación viene a decirnos que el problema de la veracidad de una doctrina no deriva del problema de su realidad, sino que, por el contrario, se debe juzgar la realidad en función de una organización del pensamiento que ya ha dado pruebas de su valor lógico. Campbell indicó este orden filosófico en términos particularmente claros. Situándose en el mismo punto de vista que el físico se preguntaba si la relatividad pretende descubrir la verdadera naturaleza de lo real. Esta es una pregunta a la que hay que responder con preguntas. Estas son las preguntas primordiales: «¿Creen los físicos (no menciono a los matemáticos o a los filósofos) en la realidad de alguna cosa por otras razones que por el hecho de que esta cosa resulte de la concepción de una ley verdadera o de una teoría verdadera? ¿Tenemos alguna razón para afirmar que las moléculas son reales, sino por el hecho de que la teoría molecular es verdadera, verdadera en el sentido que predice exactamente e interpreta las predicciones en términos de ideas aceptables? ¿Hemos tenido otra razón para decir que el trueno y el relámpago se producen realmente en el mismo momento, que la concepción de simultaneidad, que nos dice que esta afirmación es cierta, y hace posible medir los intervalos de tiempo? Cuando hayamos respondido a estas preguntas, se podrá discutir si la relatividad nos dice alguna cosa sobre el tiempo real y sobre el espacio real».
Es así como se ve, provocado por un físico, el problema filosófico de las relaciones entre lo verdadero y lo real. Proponemos que se formule del modo siguiente: ¿Cómo lo verdadero puede preparar lo real, o incluso, en cierto sentido, cómo lo verdadero puede convertirse en real? En efecto, formulado así el problema parece más susceptible de recoger la importante contribución aportada por la relatividad. Evidentemente, la doctrina relativista aparece como verdadera antes de aparecer como real, se refiere largo tiempo a sí misma para poder estar primero segura de sí. Se trata de una duda provisional más metódica aún y especialmente más activa que la duda cartesiana, pues prepara y funda una verdadera dialéctica matemática. Por otra parte no se ve en absoluto lo que la prueba experimental podría hacer contra esta duda esencialmente constructiva erigida en sistema de coherencia matemática. Una vez iniciados en la relatividad, nos damos cuenta de que en la construcción debe situarse antes lo apodíctico que lo asertórico. Antes que nada hay que tomar conciencia de la necesidad constructiva y obligarse a rechazar [...] todo aquello que no nos parezca necesario. La construcción de lo real necesita más la prueba de la necesidad que la necesidad misma: la construcción de lo real no puede confiarse sólo a una necesidad que provenga de la realidad, es preciso que el pensamiento constructivo reconozca su propia necesidad. Como contrapartida, asegurar la construcción por una realidad ya acabada sólo puede y debe ser supererrogatorio.
Epistemología (Textos escogidos por Dominique Lecourt), Anagrama, Barcelona 1973, p. 38-41. |