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Respecto de la parte del alma [...] con la que el alma conoce y piensa, hemos de considerar cuáles son sus características distintivas. [...] Esta parte pues, debe ser, aunque no sea pasiva, receptiva de la forma de un objeto, es decir, debe ser potencialmente idéntica a su objeto, aunque no idéntica a él absolutamente: lo que lo sensitivo es a lo sensible, así la mente respecto de lo pensable [...]. Entiendo por mente aquella parte por medio de la cual el alma piensa y forma sus juicios.
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