Ésta podría ser una edición anterior y no la más reciente o aprobada. Ir a la versión actual.
Tesis sostenida por el antropólogo francés Lucien Lévy-Bruhl, quien, basándose en una abundante documentación etnográfica, afirmó en Las funciones mentales de las sociedades inferiores (1910), y en La mentalidad primitiva (1922), que el pensamiento primitivo no es un estadio inferior del pensamiento racionalista civilizado. Según él, ambos se diferencian por el hecho de que el primero no se basa en los principios lógicos tal como los entiende el pensamiento racional civilizado, sino que se basa en el principio de participación. El pensamiento de las culturas carentes de escritura viola aparentemente nuestras reglas lógicas, y no se basa en el principio de no contradicción, pero no por ello deja de tener coherencia. Se trata de otra coherencia, en la que los sueños o los presagios, por ejemplo, participan de un sistema mental que, según Lévy-Bruhl es común a todos los pueblos ágrafos. Este pensamiento está ordenado según el principio de participación y, en él, no existe ninguna diferencia entre natural y sobrenatural (como lo prueban los estudios de las creencias mágico-religiosas de los pueblos primitivos, si dicho estudio se hace desde la perspectiva emic). Con esta tesis, Lévy-Bruhl manifestaba el punto de vista del otro al exponer la que, según él, es una radical heterogeneidad entre la mentalidad primitiva de los pueblos carentes de escritura, y la mentalidad moderna. Aquélla no es un estadio inferior sino, simplemente, distinto. Posteriormente, Lévy-Bruhl corrigió y rectificó en parte esta tesis, señalando que la diferencia de características entre el «alma primitiva» y el pensamiento más desarrollado no es una diferencia de naturaleza, sino de grado.
También el etnólogo Lévi-Strauss señala esta diferencia de grado, agrupando los caracteres del pensamiento primitivo bajo el nombre de «pensamiento salvaje», y señalando que éste se rige por una lógica de las cualidades sensibles que origina una ciencia de lo concreto. No obstante, según Lévi-Strauss (El pensamiento salvaje,1962), Lévy-Bruhl se dejó llevar por un excesivo énfasis puesto en el análisis de los aspectos más emocionales de la mentalidad primitiva, que le impidió darse cuenta de que este tipo de pensamiento también incorpora las mismas funciones lógicas de la mentalidad moderna. En las catalogaciones de fenómenos naturales efectuadas en las clasificaciones totémicas aparecen, según Lévi-Strauss, las mismas estructuras lógicas que en cualquier clasificación propia de la mentalidad moderna, e incluso los mitos revelan una lógica estructurada.